Viaje [Rejenih, Kalenden, Serghei, Harold]

Harold escribió:¡NO PARECE HABER SERVIDO DE NADA! ¡SOLO HAY UNA OBERTURA SIN SALIDA!

¿Cómo que una obertura sin salida? ¿Se abre la puerta pero da a una pared? Sin duda curioso, pero al menos se ha abierto la puerta que era lo que no se podía hacer antes. ¿Habrán aparecido instrucciones nuevas en algún lugar? Trato de agudizar el oído por si tienen algo más que decir, paso un buen rato sin escuchar nada hasta que:

Rejenih escribió:-¡AQUEL QUE NOS HAYA ENCERRADO AQUÍ, QUIÉN QUIERA QUE SEAS! ¿ESTÁS AHÍ? ¡SÉ QUE PUEDES OÍRNOS, LO DE LAS VELAS SE ACCIONÓ CON NUESTRA VOZ! ¡¿QUE QUIERES AHORA?!

Supongo que eso quiere decir que no hay instrucciones nuevas. Hablo para mi mismo sabiendo que sino gritaba no me podrían escuchar, además de que el grito de Rejenih parecía distante, como si se hubiesen alejado de donde estoy. ¡SEGUID LAS INSTRUCCIONES DEL ACERTIJO! ¡DICE QUE HAY QUE ESPERAR TRAS EL METAL! O algo así... ¿Sería tan sencillo como esperar que algún mecanismo se ponga en marcha?

Y ahí estaba yo, solo, gritando al otro lado de una piedra que no podría atravesar ni con un ejercito pendiente de que el resto del grupo no corriese mi misma suerte. Y lo peor es que tan solo era un espectador, a la espera de lo que viene después. ¿Conseguirían salir? ¿Significaría eso mi liberación? ¿O tendría que buscarla por mi mismo? ¿Estoy destinado a perecer en esta mazmorra? Tan solo esperar y escuchar... Una vez avanzasen, es cuando tendría que empezar a moverme.

@ Grupo

Todos permanecíais en el interior de la diminuta estancia. Estabais bastante apretados y vuestra movilidad había quedado drásticamente reducida. Entonces Rejenih gritó, su vozarrón rebotó entre las rocas y se os incrustó en los oídos, era como si hubieran tocado la campana de una iglesia a vuestro lado.

Harold simplemente puso cara de disgusto, Kalenden por su parte soltó un bufido violento y se giró como pudo para encarar al caballero andante. Estuvo a punto de soltar un improperio cuando clack, la puerta se cerró. Durante unos segundos permanecisteis en la oscuridad, vuestras respiraciones se agitaron y de pronto... un nuevo chasquido. Entre la roca se empezó a vislumbrar un poco de luz, poco a poco en lo que anteriormente era piedra se empezó a formar un hueco con la forma de una puerta. Terminó de formarse la puerta y Rejenih se internó el primer lugar. El resto le seguisteis.

Al otro lado había una habitación, era como un pequeño estudio que contaba con una mesa, una silla, varías estanterías con libros y una chimenea encendida. Un par de ventanas dejaban pasar la luz tímida de la mañana que empezaba a dibujarse en el horizonte. Estaba amaneciendo.
Había un hombre sentado en la silla y que tenía los pies estirados y cómodamente colocados sobre la mesa. Vuestros corazones se dispararon y vuestras manos se dirigieron instintivamente a coger las armas que, por desgracia, no teníais.

El chico pelirrojo que estaba con Karel en la iglesia os observó sonriendo.

Que rápido lo habéis hecho chicos su voz era sorprendentemente aguda, como la de un chiquillo de doce años.

@ Serghei

Todo quedo en silencio. La soledad te abrumó durante unos segundos. Ahora tocaba decidir, actuar... o esperar indefinidamente.

Como respuesta a mis gritos, en principio solo recibí silencio. Bueno, y una cara de cabreo por parte de mis compañeros. Entonces un crujido y la puerta a nuestras eslapdas se cerró. Genial, estabamos peor que antes, mis palabras sólo había conseguido lo contrario a lo esperado. Y como si el sino confabulara para contradecirme de forma compulsiva, al pensar eso un nuevo chasquido nos ofreció otra salida. Me apresuré a atravesarla, agarrando con fuerza la barra.

Al otro lado había un cuarto similar al del sacerdore de la iglesia en la que acababamos con Arc. Me llamó especial antención las ventanas que señalaban con la luz solar que venía de ellas que ya estabamos a un par de puertas de la superficie, como mucho.

Justo después de nuestro "anfitrión", claro.

Era un crío. El crío pelirrojo que estaba junto a Karel.

Maldita sea, que demonios...

Recordé entonces la promesa que le hicimos a Serghei, el plan que tanto parecía gustarle a Kalenden. La verdad, no me parecía buena idea por ahora hasta entender que puñetas estaba ocurriendo aquí y si ese tipo era si quiera hostil, cosa que por cierto no parecía. Como mucho era la encarnación de la pereza y la comodida.

Interpuse la barra de hierro delante de Kalenden, esperando que pillara la señal. Si podíamos rescatar a Serghei pacíficamente por la deformada visión del mundo de este tipo, teníamos que aprovechar la oportunidad. Si no, eramos tres contra uno, y lo único que había que hacer era no matarlo. ¿O tal vez no contabamos con esa ventaja? ¿Y si los otros estaban aquí? Los otros tres, Karel incluido. Sin estar armados en condiciones, y siendo tres contra cuatro, si vencíamos sería un milagro, y desde luego alguno de nosotros caería. No, lo mejor por ahora era la prudencia.

Eso sí, si estaban aquí los cuatro, eso significaba que no solo nos consideraban poco más que motas de polvo, sino que encima la muerte de Arc les importaba un pimiento.

-¿Eso es una felicitación? Ahórratelas. Uno de nosotros se ha quedado por el camino, y no nos iremos sin él-solté todas estas palabras en lo que esperaba que fuese un tono serio y algo solemne- Creo que después de ser encerrados de repente en un subterráneo y obligados a seguir este... juego merecemos una explicación. ¿Dónde estamos, y por qué?¿Fuiste tú quién nos encerró?

¡Viejo mamón! ¡Si vas a copiarme y a gritar, almenos no me grites a la oreja! ¡Voy a enseñarte yo quién grita más aquí y... ¿Qué coño?

Aquella oscuridad in previo aviso interrumpió mi agresión verbal al cogerme por sorpresa. ¿Qué coño? ¿Aquel tipejo se había ofendido por que le gritabamos y había decidido encerrarnos allí. Pues joder, vaya una manera de acabar mis dias, apretujado en un agujero infecto... almenos Serghei tenía espacio.

Pero resultó que no aquello no era algo malo. Tras un sonido extraño, una nueva apertura se abrió ante nosotros y la luz nos dió la bienvenida a una nueva habitación. Luz... luz solar. ¿Lo habíamos logrado? ¿Habíamos salido de aquel infierno?

Oh, claro, si yo grito improperios iracundos todo el mundo pasa de mi, pero si lo hace Rejenih llegamos a la salida en pocos segundos. Muy bonito...

Parecía que estabamos en una especie de biblioteca, quizás en un estudio. Sin duda la base de aquel cabronazo que nos había... no...

No podía ser.

Pero era. Era, joder si era. Ese... maldita sea, era ese. Ese niñato de pelo rojo, el colega de juergas del pirado. Y encima tenia la cara de felicitarnos con una sonrisa repelente de su cara de mono.

Maldito niñato... Sé que has sido tu quien ha montado todo este jaleo... cuando te agarre te voy a enseñar porqué no naciste con los dedos de los pies en la boca y...

Pero antes de que pudiera dar un paso para empezar mi merecida y necesária agresión Rejenih interpuso su maldita barra de hierro entre de criajo. Al parecer, por cómo habló, quería ser "diplomático". Tuve que conformarme con quedarme allí plantado soltando un gruñido, mirando con los ojos llenos de odio a aquel niñato. Por el momento... porque como dijese una sola palabra que me sonara mal se iba a ir volando por la ventana.

Mi grito fue seguido por el silencio, ninguno respondio. Esperé, quizá estaban deliberando, la gran roca que hay en medio hacía muy dificil que nos entendiésemos y quizá solo querían informarme cuando fuese relevante. El hecho es que en silencio se extendio como si de una plaga se tratase. No sabía cuanto tiempo llevaba esperando así que para irlo contando empecé a usar los latidos de mi corazón que cada vez notaba más. Bum, bum... bum, bum... bum, bum, bum, bum... No resultó, cuanto más me concentraba en los latidos más se aceleraban, o era a caso que el tiempo transcurría más rápido. No sabía si la angustia se había apoderado de mi, la soledad o tal vez la curiosidad pero grité con la esperanza de que me pudieran escuchar: "KALENDEN, REJENIH, GABRIEL, ¿ESTAIS AHÍ? ¿QUÉ HA OCURRIDO? Como única respuesta nuevamente el silencio. Me puse a pensar en lo que ello representaba. ¿O han pasado, o ha ocurrido lo peor? No, no no no no, si hubiese ocurrido lo peor al menos habría escuchado sus gritos. Deben de haber pasado y haber llegado a la siguiente prueba. Ese pensamiento me tranquilizaba, pero los dejaba a ellos con algo que hacer y a mi ahí, quieto, como un pasmarote.

Me dejé caer lentamente, arañando la roca con el extraña arma hasta que mis rodillas tocaron el suelo. ¿Qué debía hacer ahora? ¿Esperar? La inactividad me estaba matando, esperar sin hacer nada era un castigo y no un descanso. Ha sido demasiado fácil, ahora sufro las consecuencias. Decir que avanzasen hasta salir y una vez fuera buscasen el modo en el que sacarme, todo ello había sido fácil. Lo dificil era el no saber, no saber si seguían avanzanzo, si habían salido, si había alguna manera de que yo saliese. No saber... Quedarme quieto no me ayudaba de ninguna manera, si conseguían sacarme me sentiría muy culpable si tan solo me hubiese sentado y no hubiese hecho nada.

Por lo que mi mente comenzó a trabajar. ¿Qué hubiese hecho el creador de la mazmorra en caso de que la trampa se activase por un imbecil (como yo) o algo antes de haber podido pasar? Lo pense durante unos momentos y la única solución es que en algún punto anterior debía de haber algúna salida oculta, un atajo que ahorrase el tedio de los acertijos.

Me puse en pie, tenía un objetivo. Hallar una salida que probablemente ni existiese y que estaría muy oculta. En caso de hallarla podría ayudar al resto a salir del laberinto o ahorrarles el esfuerzo de sacarme ellos mismos. Pero debía dejar marcas de mis intenciones. Sino encontraba la salida que ellos pudieran saber que estaba un poco más dentro de la mazmorra. Con la ayuda de la antorcha y de la espada corta de origen brujeril grabé en la pared lateral justo despues de la roca que bloqueaba el paso. BUSCANDO --> Esperaba que el mensaje fuese lo suficientemente claro, no podía pararme a escribir una carta completa.

Con los preparativos hechos y queriendo ser minucioso comencé a buscar lentamente a los lados del estrecho pasadizo alguna marca que me indicase que por ahí hay un pasadizo oculto. Extrañas uniones de rocas, la presencia de corrientes de aire que perturben la llama de la antorcha, tipos de rocas distintas que no concuerden de alguna forma, en resumen, todo lo que estuviese en mi mano. Sería tedioso pero me mantendría ocupado y activo.

Al final el acertijo si que era una trampa...pero no del tipo que creía. Ahora estabamos en una nueva sala, con el chico pelirrojo que acompañaba a Karel...perfecto para un desastre.

Me he metido en un serio problema: si mi historia antes ya no se sostenia por ningun lado la presencia de este aqui podría acabar en que Rejenih y Kalenden me maten aqui mismo. Todo esto sin contar con que las posibilidades de acabar combatiendo con el pelirrojo son bastante altas. Esto es un maldito callejón sin salida.

Decidí permanecer detrás de Kalenden y Rejenih. Por el momento los dejaría hablar a ellos, y con algo de suerte Kalenden perdería la paciencia antes de que el nombre "Phiros" saliera de los labios del que parecía nuestro captor. Poco mas podía hacer.

Al menos no está Serghei aqui. Con oir un par de cosas del secuaz de Karel el si que me intentaría matar allí mismo. Por suerte el arma de Serghei, en la practica, está bajo mi control. Miré a mi alrededor... Estanterias de libros, una chimenea encendida... y ventanas. La fuga es posible: Un impacto sobre la chimenea y la dispersión de las llamas prenderá las estanterias cercanas, o aprovechar mi capacidad para crear fuego para incendiarlas directamente. En el hipotetico caso de que se monte una pelea aqui resultará facil sembrar el caos y huir por las ventanas, siempre que estas no den a un vacío de 30 metros... Desde donde estaba colocado no podía ver a través de las ventanas con toda la comodidad que quisiera... De todas formas me estoy anticipando a algo que aun no ha ocurrido. Esto puede salir mejor de lo que me temo, o puede acabar con 3 personas acorralandome para acabar conmigo. Entonces dará igual que intente escapar. Algo reapareció en mi mente por unos segundos, un recordatorio de cual había sido mi error mas grave desde que llegué a Moth. ¿Los voy a abandonar a ellos tambien en esta lucha? ¿Haré lo mismo que hice con ella? Una vez mas en la encrucijada.

Rejenih Siegal escribió:

-¿Eso es una felicitación? Ahórratelas. Uno de nosotros se ha quedado por el camino, y no nos iremos sin él-solté todas estas palabras en lo que esperaba que fuese un tono serio y algo solemne- Creo que después de ser encerrados de repente en un subterráneo y obligados a seguir este... juego merecemos una explicación. ¿Dónde estamos, y por qué?¿Fuiste tú quién nos encerró?

El chico pelirrojo os observó a los tres con una amplia sonrisa en los labios. Estaba bastante claro que había disfrutado de el juego en el que os había encerrado. Probablemente su mente estaba tan jodidamente retorcida y enferma como la de Karel. Era imposible pensar otra cosa viendo su rostro, su actitud relajada con los pies encima de la mesa a pesar de estar todos allí, su sonrisa... esa endiablada sonrisa que se parecía tanto a la del asesino oriental.
Por fin, el misterioso chaval se dignó a hablar.

Sí, era una felicitación. Nadie antes había acabado el juego en tan poco tiempo, sois buenos. Es una lástima de lo vuestro compañero, pero las reglas son las reglas. Él las rompió, ahora se pudrirá allí dentro. Sobre lo otro, seguís en Gehena... ha pasado apenas un día desde que os encerré y lo hice para divertirme. Tras mi magistral Grito de Banshee os quedasteis tan... expuestos. Erais como pequeños niños con los que jugar...

A medida que avanzó en su discurso la voz del chaval fue cambiando de su habitual tono agudo a uno más grave e histérico, casi maniático, como si se estuviera excitando contando aquello. Sus manos se habían juntado y se refregaban entre ellas sin cesar. Aquello empezó a daros bastante mala espina.

En fin... podéis marcharos. Solo quería entreteneros unas horas, para que no fuerais una molestia. Después de la muerte de Arc teníamos que asegurarnos de que no molestaríais más. Podéis iros, son las reglas

El chico os dedicó una sonrisa de nuevo y con un gesto de la mano señaló una puerta que había tras él. Bajo aquella puerta había dos sacos en el suelo y varías armas, además de objetos varios. Era todo vuestro equipo.

@ Serghei

Avanzaste en la más absoluta soledad a través de aquellos recónditos pasillos. Si no hubiera sido por la luz de la antorcha probablemente ya te habrías vuelto loco, pero ver... la vista era lo único que te quedaba en aquel sótano frío y desolado en el que ahora no se escuchaba nada. Y entonces una leve brisa. Algo imperceptible, casi etéreo, de no ser por un leve movimiento de la antorcha ni te habrías dado cuenta.

Te acercaste a una agrupación de rocas en la pared que estaba apiladas de una forma un tanto extraña. Inspeccionaste todo para constatar tus sospechas, era un muro falso. Al otro lado corría viento fresco y se había colado a través de un hueco minúsculo surgido de dos piedras mal encajadas.

Por un momento tu corazón latió acelerado. Dejaste la antorcha en el suelo y apartaste con fuerza las rocas que pudiste. Finalmente un hueco estrecho surgió ante ti. El interior estaba oscuro, pero una brisa amable te acarició el rostro.

No cabía en mi de gozo, mis piernas y brazos deseamban alzarse y saltar. Había encontrado algo y parecía ser algo bueno. Con rapidez como consumido por la esperanza que crecía a cada momento aparté las rocas. Lo que había al otro lado era un camino oscuro del que surgía una amable brisa que me incitaba a buscar su origen, recogía la antorcha del suelo con cierta preocupación por si se había humedecido debido a mi impulsiva reacción y di un paso.

Tan solo un paso que me dejó clavado en el sitio. Debo poner otra indicación por si vuelven por mi o para cualquiera que sea atrapado en este rompecabezas gigante. Con decisión y armado una vez más con el metal embrujado salido de la nada me dispongo a escribir un mensaje en la pared junto a la entrada del nuevo camino. Pasadizo Oculto Aquí ---> Si mis suposiciones eran correctas sería el camino usado por el que nos metio aquí en un principio y dara a una salida. Pero no quería surcar el mar de la esperanza para terminar varado en la cala de la desesperación por un fallo de juicio.

Tratando de controlarme y tras comprobar que mi nuevo mensaje se hacía notar repetí ese primer paso que podría llevarme a la libertad o a otros problemas. Si salgo de aquí no tengo ni idea de como encontrarme con el resto, salvo esperar que les fuese mejor que a mi y que continúen dirección oeste, a los Valles Interiores. Que Dios me ampare. Trato de espantar los posibles problemas futuros que surgen en mi mente y me centro en los que tengo ante mí, un nuevo pasillo, una nueva posibilidad de que hayan trampas y una nueva determinación.

Avanzo por el pasillo con cuida atento a las posibles trampas siempre siguiendo esa brisa que se empeña en pelearse con la llama de la antorcha para evitar que se mantenga erguida. ¿Que me espera al dar el próximo paso? Me pregunto una vez he finalizado el anterior. Es una pregunta que se va repitiendo y repitiendo sin fin en un bucle que tan solo lo que me rodea será capaz de parar.

La madre que me parió, este hijo de puta está aún más jodidamente pirado que el pirado.

Mientrasaquel bstardo mamoncete hablaba mi cara se iba volviendo un mapa, contrayendose y enrojeciendo por la ira. Había estado jugando con nosotros y además nos lo decía en nuestra puta cara mientras se corría. Por si fuera poco, nos dijo que nos metieramos las ganas de salvar a Serghei por el culo y, peor aún, que todo aquello había servido para alejarnos más de Myrrh.

Estaba, literalmente, temblando de ira. Mis dientes chirriaban tanto que estaba seguro los oírian en Arcángel. Mis ojos estaban tan desorbitados que no entendía como no habían salido disparados aún. No lo soporté, me lanzé a por él, sin importarme lo poco práctico de ir a estrangularle teniendo mi hacha a pocos metros.

-¡ME CAGO EN TÍ MAMÓN, VOY A SACARTE LAS TRIPAS PARA QUE TELAS COMAS!

En mi camino agarré la mesa y la tiré por los suelos. Luego, estando delante de él, lo agarré por a camisa y me puse cara a cara con él.

-Escucha, maldita niña maricona pirada, porque lo voy a decir una sola vez. ¿Dónde está Sergh y, más importante, para qué coño quereis a Myyrh? Borra esa sonrisita de gilipollas y resonde claramente o te arranco la colita con las manos, le prendo fuego y te la hago tragar. Ahora soy yo quien manda y como te me pongas chulito vamos a jugar a edén con tu cabeza.

El criajo sonreía. No entendía como, pero se estaba sonriendo. Como si eso fuese una mala comedia. Comentó lo de Serghei como quien comenta el sacrificio de un perro rabioso, y mis oídos anularon y retardaron el resto de sus palabras.

¡Maldito hijo de...!

Bajé el brazo, casi sin darme cuenta, aunque desde luego no me arrepentí. Kalenden se lanzó a por él, histérico. Por una vez estaba totalmente de acuerdo con uno de sus impulsos homicidas. Vaya que si lo estaba. Mientras se liaba a gritarle, mi mente decidió que era buena idea intentar mirar a lo que el pelirrojo había señalado. A mi cuerpo pareció parecerle buena idea también, así que mientras mi ira seguía clavada en las narices de ese tipo giré el cuello en esa dirección. Allí estaba un montón de cosas, cosas entre las que estaban las mías. El saco y todo lo demás. El caso es que Kalenden se estaba encarando a alguien que parecía habernos dejado insconcientes a los cuatro de un berrido.

Corriendo como pude recogí su enorme hacha. Pesaba bastante para ser un arma, pero lo que yo quería no era usarla, sino darsela a Kalenden para que le rebanara como a un gorrino, esperando que al menos pudiera hablar luego para decirnos como sacar a Serghei. Deseando que no. No era sólo el rollo de jugarse una vida humana de un compañero y tal. Había prometido a Serghei que le sacaría de ahí dentro. No iba a dejar que ese niñato ensuciara mi alma.

Perfecto, Kalenden estrangulará al pelirrojo antes de que se le ocurra recordar viejas batallitas y ponerme en un aprieto ¿Este chico pelirrojo fué alguna vez mi camarada? Era una buena pregunta, una muy buena a decir verdad. Estaba en un aprieto. Matarlo y perder la oportunidad de averiguar algo de mi pasado, o dejarlo con vida y arriesgarme a que estos tres me tomasen por un espía. Ninguna opción era buena, pero muerto no iba a poder averiguar muchas cosas.

Rejenih ya estaba sobre nuestras pertenencias, tenía el hacha de Kalenden en mano y se la acercó al nordico. Pareceque se las apañan ellos solos... No creía que fueran a necesitar mi ayuda para desmembrar al desgraciado. Pero mi desconfianza natural fue mas fuerte y me acerqué a Rejenih. Si necesitaba echar mano de mi "don de la balistica" mas me valía tener mis cuchillos a mano.

@ Serghei

En aquella pequeña grieta el frío y la humedad estaban más presentes que en el resto de la cueva, además la estrechez de las paredes te obligo a ir demasiado pegado a ellas lo que empapó tu ropa e hizo que el frío se te calara hasta los huesos. Los dientes comenzaron a castañearte y varios escalofríos convulsionaron tu cuerpo a lo largo de aquel helado pasadizo.

Finalmente la luz de la antorcha ya no te fue necesaria. Al otro lado del corredor se veía una obertura, y de ella manaba luz... luz solar. No pudiste evitar que una sonrisa recorriera tu rostro. Por un momento olvidaste el frío e intentaste caminar más rápido. Tras un par de minutos llegaste al hueco que se abría en la pared. Era bastante estrecho, tu cabrías con facilidad pero supusiste que ni Rejenih ni Kalenden hubieran podido pasar por allí. Echaste un vistazo al exterior, se veía aún el Bosque de Gehena, arboles negros y muertos por doquier, neblina a ras del suelo y un silencio sepulcral. Nada había cambiado.

Dejaste la antorcha al otro lado del hueco y tras ello te impulsaste con las dos manos. Una vez fuera el frío aumento considerablemente y más con tus ropas mojadas. Intentando hacer el menor caso posible a la incomoda sensación echaste un vistazo a tu alrededor. El hueco estaba en la parte trasera de una casa de madera de considerable tamaño para estar perdida en un bosque como aquel. No había ventanas ni puerta en aquel lado y de pronto un grito llamó tu atención.

Era Kalenden.

-¡ME CAGO EN TÍ MAMÓN, VOY A SACARTE LAS TRIPAS PARA QUE TELAS COMAS!

@ Grupo

Rejenih sacó con presteza las armas, Harold se colocó a su lado con la rapidez de un felino. Un desquiciado Kalenden se abalanzó sobre el desprotegido pelirrojo e intentó agarrarlo por el cuello de la camisa.

Y entonces se escuchó un golpe. Todos visteis como Kalenden yacía en el suelo encima de la silla en la que antes había estado sentado Yuri. El norne se incorporó poco a poco frotándose la nuca.

Yuri se encontraba en el mismo sitio. Solo que ahora estaba en pie y observaba al guerrero caído con una sonrisa que trataba de evitar.

Menudo inútil procedió a reírse largo y tendido ¿De verdad creías que iba a presentarme delante de los cuatro desprotegido? Bueno... tres jajajaja. En fin, podéis marcharos, como ya dije antes.

Sentía como si hubiera pasado semanas esperando el momento en que Kalenden se abalanzó sobre ese tipo con su musical voz profiriendo toda una poesía de amenazas.

Fue entonces cuando, sin causa aparente, Kalenden atravesó al pelirrojo como si no existiera justo cuando iba a tenderle su arma. Mi cara en ese momento habría dado para un mapa, un poema y una escultura de baja calidad. Así que era cierto, era un jodido brujo. Y de los peores. Con esto en mente, bastó una ojeada para discernir que ese tipo no era de verdad, sino una imagen o una ilusión. Igual que un reflejo de un espejo o de un estanque, solo que trasladado a distancia, para que nos entendamos.

Maldito cabrón...

Solo para comprobarlo de nuevo, saqué la primera arma que tenia a mano, la katana de doble filo. Un par de giros de muñeca, y el arma le atravesó como si no fuese más sólido que el aire que le rodeaba.

-No malgastes energías, Kalenden. Esto es solo una ilusión, algo así como un reflejo del auténtico esbirro de Karel, el verdadero está lejos, a salvo. No puedes hacerle daño igual que no puedes dejar cicatrices a tu reflejo en el agua de un hachazo. Es un cobarde-resumí, para tenerle un rato distraído mientas gritaba cosas similares, pero con mucha menos clase, mientras me dirigí al fondo de la sala, en donde se suponía que estaban nuestras pertenencias.

Al lado del saco estaba el libro del inquisidor. Entre sus páginas debía hallarse una explicación para lo que estaba ocurriendo. Me interesaba en particular la distancia a la que pudiera trasladarse una imagen de ese tipo, para saber si merodeando los alrededores podríamos encontrar al verdadero.

Luz solar, viento, libertad... No cabía en mi mismo de gozo, había escapado de un encierro que no sabía cuanto iba a durar y que probablemente me deparaba la muerte a no ser que el resto hiciese algo. Aunque estaba empapado y el frío del viento me llegaba hasta los huesos abrazé esa sensación así como cualquiera que notase liberado de mi prisión de piedra.

Apagué la antorcha con tierra y sin olvidar donde estaba me preparo para lo peor, pese a este pequeño triunfo aún era muy posible que vagase por Gehena por no hablar de que aunque esta salida estuviese escondida podía guiarme hacia algún peligro. Una casa fué lo que saltó a mi vista. ¿Podría ser otro extraño habitante del bosque? Hasta ahora las únicas construcciones que había encontrado en este bosque maldita habían sido una cabaña en un árbol abandonada que nos sirvió de escondrijo, el pueblucho que no deseaba nuestra presencia bajo ningún medio y la iglesia en ruinas donde las criaturas de pesadilla nos atacaron, el lugar donde habíamos encontrado a Karel para perderlo al instante siguiente. Apreté con fuerza la antorcha apagada y el metal embrujado acercándome con cuidado tratanto de no hacer ruido.

Por poco me caigo del susto al escuchar un grito sin duda de una voz reconocible y por su contenido era aún más fácil de identificar quien había echo uso de un "lenguaje tan fino". Este nuevo descubrimiento me hacía pensar en dos posibles vertientes. Kalenden había encontrado al que nos había encerrado o estaba discutiendo con Rejenih. En el primer caso debería de permanecer escondido a la espera de una oportunidad para poder intervenir, en el segundo debería de intervenir cuanto antes, no vaya a repetirse el encuentro del bosque.

Decidí que lo más prudente era permanecer al acecho, reunir más información y después actuar en consecuencia. Aún me quedaba por saber si Rejenih y Gabriel tambien lo habían logrado.

¿Qué coño ha sido eso? Lo tenía ya en mi manos, iba a agarrarlo y a... ¡Jodido hechicero de las pelotas!

No cabí en mi frustración ni en mi rabia. Me levante poco a poco, aún un poco aturdido. Respiraba lentamente, como el toro que bufa antes de embestir con un mugido. Mis dedos se crispaban sin llegar a cerrarse en un par de puños iracundos. El chirriar de mis dientes era tal que seguro que se oía en Arcángel. Mi cara, ya de por sí un mapa, debía de ser digna de ver al estar contraída por la rabia reprimida y con los ojos amenazando con salirse de órbita. No queria explotar de nuevo, sabía que si lo hacia iba a destrozar a hachazos todo y todos los que encontrase en mi camino. Solté el hacha que había cogido hacia ni un minuto cuando me la dió Rejenih, como precaución. El arma cayó al suelo pesadamente. Hize bien en soltarla, porque entonces no aguanté más y liberé mi fuego interior. Ese fuego loco e iracundo que conocía tan bien, esa sensación de embriagez asesina que sin duda me había dejado huerfano al invadir también a mi padre, y que me había llevado tantas veces a asesinar sin verdadera necesidad.

Por suerte esta vez tenia un blanco para mi ira a quien nadie echaría en falta. La silla de madera en dónde se sentaba la ilusión salió disparada por los aires hacia la ventana que daba al exterior. Un ardiente grito salvaje inundó la sala para fundirse con el sonido del cristal al romperse. Me ensañé con el resto de la sala. Pateé la mesa, rompí cristales, tiré las estanterias por los suelos, arranqué las páginas de los libros, algunas con los dientes, y me golpeé la cabeza contra la pared por lo menos quince veces. Finalmente caí de rodillas, aún espásmico, acompañand gruñidos con improperios ininteligibles contra esa maricona pelirroja pirada y contra el puto mundo en general. Y, poco a poco, fui recuperando, más o menos, la calma.

-Va.. grrr.. varghamonosh... -alcancé a decir con minima coherencia, aunque con voz ronca, cuando volví a ser más hombre que otra cosa-Vayámonos de este puto sitio. Ya. Cómo nos quedemos mucho tiempo más voy a prenderle fuego a todo este puto sitio con nosotros dentro...

Iba a prenderle fuego igual, ese maldito sicario del pirado iba a quedarse sin salita de juegos por mis huevos. Pero prefería hacerlo estando yo fuera.

¿Pero que...? Algo había ocurrido. Justo cuando Kalenden iba a matar al pelirrojo algo había cambiado. Ahora Rejenih y yo mirabamos estupefactos como el secuaz de Karel seguía sentado, tan campante, y a Kalenden con una expresión de pura rabia al no poder acabar con nuestro captor. El muy cerdo ha usado una ilusión? Cabe la posibilidad, otros mentalistas pueden, y creo recordar que también los brujos. Esto complica las cosas. Podría estar lejos, con Karel. Entonces no habría mas problema que el incordio de su arrogancia. En cambio si está cerca...Podría atacarnos en cualquier momento... Aquello se ponía feo. Con Serghei encerrado y sin poder dañar al pelirrojo solo nos quedaba salir y pensar en un nuevo plan. En cualquier caso cada minuto que pasaba en aquella estancia mi situación corria el riesgo de complicarse...

Centrado en mis cavilaciónes los actos de Kalenden me cogieron desprevenido. Había liberado su rabia y ahora destrozaba la habitación, ciego de ira.

Kalenden ya basta! Ya le llegará su hora...Ante una ilusión poco había que hacer. Pero...y si no era exactamente una ilusión. Decidí que era un buen momento para hacer un pequeño experimento...

Crear energia:100(potencial psíquico)+47=147(muy dificil=5 intensidades de electricidad)
Proyección psíquica=100/2(no es un poder de ataque)+66=50+66=116

Aunque fuera una ilusión podría darme el gusto de dañarla, claro está si aquello funcionaba. Si no al menos podría calibrar los limites de aquel poder...

@ Serghei

Un rápido vistazo a los alrededores para cercionarte de que nada te amenazaba, después avanzaste a paso tranquilo hacia la cabaña. Llegaste hasta la pared y apoyaste tu espalda en ella. La puerta no era visible desde aquella posición por lo que dedujiste que debías estar en la parte trasera. Pero si que habían varías ventanas. Respiraste hondo un par de veces y lentamente te acercaste a una de ellas, era hora de echar un vistazo al interior.

Kalenden lo destrozaba todo, sin piedad, sin detenerse ante nada. Tiraba armarios, destrozaba sillas y rompía los libros como si de mantequilla se tratase. Sus ojos estaban inyectados en sangre. Estaba haciendo tal escándalo que todo bicho viviente en varios kilómetros os oiría. Suspiraste con resignación. También pudiste ver que Rejenih leía un extraño libro con toda la tranquilidad del mundo y que, de la mente de Harold, salían unos filamentos verdes que intentaban tomar la forma de un proyectil formado de rayos que se lanzó contra un chico pelirrojo. Uno de los secuaces de Karel.

Y los rayos le atravesaron como si aquel joven no estuviera allí.

@ Rejenih

Una ojeada rápida de tu libro no fue suficiente para darte toda la información necesaria. Con la creencia de que fuera una ilusión sabías que no podía ser dañado, pues no existía realmente solo engañaba a vuestros sentidos. Una proyección de una ilusión tal requería estar relativamente cerca o ser un gran experto... y dada la corta edad del pelirrojo descartaste esa posibilidad.

Pero algo interrumpió tu tranquila lectura. Te apartaste a un lado y una masa de rayos se estampó contra la pared que antes estaba detrás tuya. Un boquete quedo abierto con un sonoro estruendo. El pelirrojo seguía intacto y la cara de frustración de Harold era todo un poema.

@ Harold

Simplemente los rayos no funcionaron. La masa atravesó al chico impunemente y si no se hubiera apartado Rejenih hubiera acabado con el pelo a lo afro. Aquello te mosqueó bastante... pero lo que más rabia te dio fue ver la sonrisa de superioridad del pelirrojo.

Y como clavaba su mirada en ti. Había una intención secreta en aquellos ojos... el poseía información que tu memoria había perdido tiempo atrás. Podía delatarte y parecía que aquello le estaba gustando.

Te guiñó un ojo.

@ Kalenden

La ira se adueñó de ti. Algo tan desmesurado y real que no pudiste hacerle frente de ninguna manera. Perdiste la noción del tiempo y el espacio, no sabías donde estabas, no sabías que te rodeaba, ni siquiera reconocías amigo o enemigo. Solo querías destrozar, arrasar, aniquilar con todo lo que se cruzara en tú camino.

Pudieron haber pasado minutos, incluso horas, o solo segundos... pero todo se detuvo. Tus ojos recobraron la mermada visión y un vistazo rápido a tu alrededor te dejo entrever que todo estaba destrozado... como si un tornado hubiera destrozado con saña la habitación.

Vayámonos de este puto sitio. Ya. Cómo nos quedemos mucho tiempo más voy a prenderle fuego a todo este puto sitio con nosotros dentro...

Desde luego no esperaba encontrarme con este panorama al mirar por la ventana. La escena parecía salida de un sueño o una pesadilla en las que todos hacían locuras pero nadie le daba importancia. Kalenden por algún motivo que desconocía la había tomado con el mobiliario en uno de sus accesos de ira. Rejenih lejos de ayudarle estaba leyendo tranquilamente como si lo que lo rodeaba no fuese con él. Gabriel estaba encarado a un hombre que había visto en compañía de Karel y usando la brujería le había lanzado un rayo como si de una nube de tormenta se tratase. Y lejos de la normalidad al pelirrojo el rayo le traspasa como si solo estuviese hecho de aire y nada le pudiese tocar.

Tras cerrar mi boca con la ayuda de la mano traté de refugiarme en mis pensamientos para saber que hacer a continuación. Al menos ya se que están todos fuera. Pero parecen hechizados o algo similar. ¿Cómo sino pueden estar cada uno haciendo eso y los demás mostrar total indiferencia? Y siendo el pelirrojo uno de los secuaces de Karel no hay duda de que hay brujería y poderes oscuros envueltos. El frío me helaba los huesos y con el arma de brujeril procedencia y una antorcha apagada no me veía con el ánimo de enfrentarme a un hombre que estaba hecho de aire. Esperaría, quizá el hombre recobrase la consistencia y podría atacarlo cuando menos se lo esperara o cualquier otra cosa que se me ocurriese, pero ahora lo único que podía hacer era pasar frío. Como odiaba este bosque...

Ojeaba mi libro con una bella banda sonora de fondo: la melodía de destrucción de Kalenden. Era ciertamente problemática y me hacía plantearme mi juicio sobre el susodicho... joder, parecía más un animal rabioso que una persona. Pero ahora lo más importante era ese crío, o más bien ese no crío.

Al parecer eso que veíamos ni si quiera existía, engañaba y corrompía los sentidos y la mente, recurriendo a un engaño vil; pues era totalmente ineludible, y no te mentía simplemente en un testimonio, sino que hacía la mentira llegar directamente a tu percepción y corromperla...

Normalmente era piadoso con los niños, pero esto era demasiado. Iba a levantarme cuando Gabriel lanzó una descarga de su extraño poder, tras murmurar algo a Kalenden. Me aparté justo a tiempo haciendo gala de una agilidad felina, y miré como un boquete en la pared chamuscaba todo justo detrás de donde antes estaba mi cara.

-¡Maldita sea, ten cuidado con lo que haces!-exclamé-¡Kalenden, Gabriel, nos vamos!

Por la edad que tiene, al menos si el extraño truco de la longevidad de Karel no interviene, puedo deducir que no debe de estar muy lejos... que podemos encontrarlo. Tiene que estar por estos alrededores, y entonces aprenderá a donde lleva el vender su alma a la mentira...

Recogiendo mis cosas, con el escudo a la espalda, el estoque al cinto, y todo lo demás en la bolsa, miré extrañado a un objeto que no logré identificar en el suelo, pero le quité importancia y me dirigí a fuera, al bosque, con paso rápido.

Como siempre que me dejaba llevar por la ira de tal manera, al cabo de un rato me asaltaba algo parecido a los remordimientos. No, no eran remordimientos, realmente no me importaba haber destrozado la estancia. De hecho podría decirse que estaba contento habiendolo hecho. Pero habría preferido hacerlo conscientemente.

Perder el control era muy fácil, muy tentador y, además, ayudaba a olvidarse de todas las tensiones... pero no me gustaba. Nunca lo aceptaria, obviamente. De hecho, dudosamente aceptaria que había perdido el control, por muy obvio que fuera. No habría podido. Pero sabía que era cierto, y eso era un problema, porque no siempre podría volver en sí a tiempo tras destrozar cuatro muebles como ahora. Temía poder montar una buena si yo mismo me escapaba de mi control...

¿Pero que coño es esto? ¿Desde cuando te importan esas mariconadas? Al fin y al cabo, si te cargas a alguien, seguro que es un jodido bastardo que se lo merece...

Sí, tenía su lógica. Nunca me había importado hacerle daño a nadie, porque sabía que a ellos no les importaría hacermelo a mi. Porque el ser humano es lo más despreciable sobre la faz de esta asquerosa tierra, y por eso hacerlo sufrir no era algo malo. ¿Que era horrible pensar así y que me ponía al nivel de, por lo menos, los cabrones a los que tanto criticaba? Pues sí, pero cuando decía que la humanidad apestaba no dejaba de incluirme a mi. Entonces, si las personas, el ser humano, merecían ese sufrimiento... ¿Porque tenía miedo de hacer sufrir sin control en un ataque de ira?

Celina era humana, gilipollas. ¿Merecía ella la muerte y el dolor? Porque los sufrió, y los sufrió por tu culpa, para salvar tu vida de rata apestosa del campo. Eso antes de tratarte como no te trataban desde que eras un mocoso de tres añitos, aunque habías logrado hacerla llorar, maldito cerdo... ¿Crees que podrás seguir siendo el bruto asqueroso e insensible que has sido siempre después de saber que en el mundo hay gente como ella y que posiblemente hayas matado, herido e intimidado a varias?

Por suerte, Rejenih correspondió a mi razonable propuesta de marcharnos de allí cuanto antes, sacandome del infierno de dudas que era mi propia cabeza.

Me cago en todo, para que luego digan que los estúpidos somos simples de mente... En fin, dejemonos de tonterías.

Recogí todas mis pertenencias, asegurandome de que tenía el orbe de búsqueda bien localizado, y asentí a Rejenih para denotar que estaba listo.

No siempre salen bien las cosas, y mi experimento con la descarga había salido estrepitosamente mal. Al menos no se trataba de que no le afectase el daño mundano: Lo que teníamos enfrente era, literalmente, una ilusión. Por suerte para mi Rejenih, impaciente ya, pretendía marcharse...No es hombre que abandone a sus compañeros, por tanto debe tener un plan... Dudé sobre si debía retrasarme un poco, lo justo para que los otros no decidiesen dudar de mi lealtad ¿A caso crees que van a confiar en ti algún día, estúpido? Era una cruel realidad. No, forzar tan descaradamente la sospecha no era un buen plan. Por ahora tendría que conformarme.

Dejé que Rejenih y Kalenden salieran los primeros, y me dirigí con ellos a la puerta. Justo antes de cruzar el umbral me giré a contemplar por última vez el rostro de mi pasado, ahora mi peor enemigo...Puedes esconderte tras un espejismo...pero no podrás escapar. Te encontraré, a ti y a tu despreciable amo. Y me daréis las respuestas que busco...

@ Serghei

Todo el grupo se marchaba por la puerta. Te quedaste pensativo un momento antes de decidir que lo más sensato era ir con ellos... aunque parecían estar majaras. De pronto algo capto tu atención, el chico pelirrojo desapareció, como si nunca hubiera estado allí su cuerpo se desvaneció cuando el último de ellos había salido por la puerta. Como todo aquello siguiera así te ibas a volver loco, sería mejor preguntar a tus compañeros que debían de estar preocupandose.

@ Harold

El pelirrojo te observó sonriente tras tus palabras pero no dijo palabra alguna. Se limitó a quedarse allí plantado. Con un suspiro de resignación abandonaste la casa, no sin cierto alivio. El peligro de ser descubierto había pasado. Por ahora.

@ Grupo

Hacía frío en el exterior y las nubes de tormenta se arremolinaban en el cielo como un ave de mal agüero. Kalenden, disimuladamente, colocó los rizos de la muñeca en la esfera de búsqueda y la activó de nuevo. Sudoeste... hacia los Valles Interiores. Pero primero había que rescatar a Serg...

El sombra apareció por una de las esquinas de la casucha y se reunió con vosotros. Las preguntas no se hicieron esperar, tras varias respuestas escuetas de Serghei os disteis por satisfechos, había que ponerse en marcha. Myrrh seguía en manos de aquel mal nacido.

El viaje comenzó de nuevo.

Fin del Segmento