Resurreción y Búsqueda [Kalenden, Serghei y Rejenih]

@ Serghei

Abriste los ojos lentamente, no sabías donde estabas. No veías bien, todo estaba borroso, solo alcanzabas a distinguir machas de color marrón y blanco. Un dolor muy fuerte se apoderó de ti, venía de tu pierna izquierda, intentaste gritar pero tu boca no emitió ningún sonido. Intentaste moverte, retorcerte para intentar calmar el dolor, pero nada de eso funcionó. Seguías sin poder ver, solo manchas…y de pronto distinguiste algo nítido. Una forma humana que avanzaba hacia ti. Era una mujer alta y rubia de ojos azules, era realmente guapa. Celina. Llegó a tu lado y entonces te diste cuenta de que estabas tumbado.

Hola Serghei dijo sonriéndote Recuerda que me hiciste una promesa ¿Vale?
@ Kalenden

Poco a poco tus ojos se abrieron. Tardaste un rato en acostumbrarte a la luz, cuando lo hiciste pudiste ver que estabas en un pequeño cuarto exento de ventanas. Las paredes eran de madera y estaba pintada de negro. A tu lado había una mesita de noche con una vela encendida. Y al otro lado de la mesa, otra cama, en ella Serghei dormía profundamente.

Te incorporaste lentamente en tu cama, un dolor punzante te asaltó desde tu nuca. Tu mano fue instintivamente allí…llevabas una venda. También la herida del hombro estaba vendada. No recordabas bien que había pasado, lo último que recordabas era un techo cayéndote encima. Y luego oscuridad.

¿Qué había pasado?

¿Qué demonios...?

Debería de estar corriendo ahcia la habitación 5. O muerto por un espadazo de ese asesino o con la cabeza aplastada por el techo... Pero no. ¿Dónde estaba? ¿Quién lo había traído? ¿Y porqué?. Las dudas lo asaltaban...

Serghei estaba a mi lado, parecía agotado. No me había parecido que el ataque de Karell hubiera sido tan bestial como para dejarlo en este estado. Bueno, seguramente le habrían vendado las heridas a él también. Con suerte, quedaría todo en una fea cicatriz en la pantorrilla. Miré a mi alrededor buscando a Celina y Myrrh... Estúpido de mi, tardé un par de segundos en recordar que aquel cerdo había matado a la posadera. Seguramente aún no me hacía a la idea de todo lo que había pasado esa noche. Todo había sido tan oscuro, parecía una pesadilla en vez de una vivencia real. Habría seguido largo tiempo pensando sobre el asunto de no haber recordado, ahora sí, las últimas palabras que le oí decir a ese asesino.

Ahora a por Myrrh

-¡Maldita sea, Myrrh!

¿Y la niña? ¿Dónde estaba? me llevé la mano a la espalda para desenvainar mi hacha y salir a fuera a buscarla desafiando el dolor, pero tampoco parecía tenerla allí. Empezé a bsucar por toda al habitación, debajo de las camas, en la mesita, en todos los rincones. No esperaba encontrar a la niña así, pero quizás sí mis pertenencias, o cualquier pista que me revelara dónde me encontraba...

Tirada por buscar de Kalenden: 63 dado + 10 base = 73

@ Kalenden

Buscaste con la mirada por la sala, enseguida encontraste lo que buscabas, tus pertenencias, y las de Serghei, yacían amontonadas en una esquina de la habitación. En cambio Myrrh no estaba en aquella sala. Estabais solos tú y el vendedor ambulante.

Mis pertenencias estaban allí, pero...

¡Maldita sea, la niña, tengo que encontrar a la niña!

Estuve tentado de despertar a Serghei pero si, estando yo en ese estado, alguien me despertara, le habría metido un puñetazo en las narices. Lo último que me faltaba era eso, así que decidí agarrar el hacha y salir fuera de la habitación a explorar dónde me encontraba. Intenté hacerlo sin levantar ruido, nunca se era suficientemente precabido.

Tirada por buscar de Kalenden: 43 dado + 10 base = 53

@ Kalenden

Tras la puerta había un pasillo pintado tambien de color negro. Estaba oscuro y apenas podías ver el fondo. Allí tampoco había rastro de Myrrh. Avanzaste unos cuantos pasos y vislumbraste que al final del angosto corredor había una pequeña sala de estar.

Allí había un hombre sentado en un sofa de cuero. Estaba de espaldas a ti asi que no podías distinguir quien era. Al parecer estaba absorto en la lectura de un libro encuadernado en cuero.

Ni rastro de Myrrh... empezaba a pensar que había perdido a la niña para siempre. Dejé escapar un suspiro de cansancio. Más que nada por no ver otro sitio al que dirigirme, seguí el corredor hasta llegar al linde de la sala de estar.

Era pequeña, pero parecía acojedora. Claro que, acostumbrado a vivir a la intemperie, a uno cualquier sala con un sitio donde sentarse y un fuego para calentarse las manos le parece acojedor. No podí ver bien al hombre del sofá, pero parecía enfrascado en la lectura de su libro. Libros... no leía ninguno desde hacía mucho, mucho tiempo... tampoco lo disfrutaba mucho, los asociaba con el estudio. Como odiaba el estúpido estudio... Pero no era tiempo de perderse en pensamientos estúpidos. Aquel tipejo seguramente sabría algo.

Carraspeé antes de hablar para llama su atención.

-Buenas noches, caballero. ¿Quien es usted, dónde estamos y porqué?

@ Kalenden

Un rostro amigo se giró en el sofá. Era Gabriel, el ocultista. Viste que tenía unas ojeras enormes, y los ojos hinchados, probablemente de llorar. Su pelo estaba despeinado y sucio. Tenía un aspecto horrible. Iba vestido con una simple camisa blanca y unos largos pantalones de campo.

Por unos momentos el ocultista te observó como si fueras una aparición. Como si no fuera posible que estuvieras allí. Pero enseguida reaccionó y se levantó raudo del sofá.

Kalenden... su tono de voz era apagado y taciturno. Muy distinto al Gabriel que habíais conocido en la posada.Por fin despiertas. ¿Ha despertado ya Serghei?

¡¿Gabriel el Ocultista?!

La verdad es que era bastante lógico, nadie más en las cercanías nos conocía y nos hubiera socorrido. Aún así me sorprendió bastante verle. No fue una sorpresa desagradable, sin embargo. Mejor una cara conocida que un desconocido y, de todos modos, pensaba ir a verlo cuando abandonara el pueblo.

-Serghei sigue en la cama -le respondí al hombre- Debe de ser una herida más fea de lo que pensaba si sigue así, pero no me pareció que le pasara nada malo. Sólo dormía muy profundamente...

Dejé el hacha apoyada en la pared, ante Gabriel no iba a necesitarla para nada.

-¿Es esta tu casa, Gabriel? -pregunte mirando un poco mejor la estancia- Estoy un poco confuso. Sólo recuerdo la taberna en llamas y ese maldito asesino acometiendonos. No entiendo como estamos vivos...

Aggghhh... Dolor, dolor y más dolor. Estaba muerto, no había duda. ¿Pero porqué dolía tanto? La muerte debería de ser descanso, paz, un estado en el que se pudiese dejar atras el sufrimiento y disfrutar de la calma del alma. Abrí los ojos, con dificultad. Al principio todo estaba oscuro, después comencé a distinguir formas en una escala de grises sin llegar a reconocer nada. ¿Dónde estaba el que debía juzgar mi alma? ¿Y porqué diablos se atrasaba? Intenté hablar, pero tenía la garganta tan seca como un mar de sal. Pero trato de moverme y una descarga de dolor sacude mi espalda hasta llegar al cerebro evitando que pueda emitir ningún pensamiento. Me detube en el intento de moverme, la pierna me estaba matando. Tanto dolor solo podía significar que estaba vivo ¿Pero donde estaba? Traté nuevamente de echar un vistazo alrededor, más manchas de tonos grises. Algo debía de pasarme en los ojos hasta que al final comencé a ver algo nítido. Una mujer, la figura me parecía conocida pero la miré con más detenimiento hasta que el recuerdo asalto mi mente. Traté de hablar, pero mi garganta seguía sin hacerme caso. Entonces fue ella la que tomó el turno de palabra. Quería contestar, pero no podía... no podía.

@ Serghei

Despertaste de golpe, un sudor frío y pegajoso perlaba todo tu cuerpo. Tu respiración era agitada, tu corazón palpitaba a toda velocidad. Hacia años que no pasabas por una experiencia así, pero ya habías vivido antes algo parecido. Recordabas que cuando eras un niño habías visto a un muerto, las sensaciones en aquel entonces habían sido parecidas a las que acababas de sufrir.
Aunque tu garganta seguí hecha un nudo, tu voz había vuelto. Y el dolor había remitido hasta una fuerte molestia en la pierna izquierda. Alguien te había vendado la pierna.

Estabas en una habitación pequeña de negras paredes. Una vela en una mesita de noche era la única iluminación. Al otro lado de la mesa había una cama vacía, estaba desecha. También viste que todas tus posesiones estaban amontonadas en un rincón, cerca de una puerta que estaba abierta de par en par.

Oíste una voz que venía del pasillo que había tras la puerta.

Por fin despiertas. ¿Ha despertado ya Serghei?

Oh no, otra vez no.

Bastante tuve con ese incidente para repetirlo, esta vez guardaría silencio. Pero lo primero era saber donde estaba y como había llegado ahí. El cuarto no lo reconocía y la cama desecha me decía que o bien alguien había dormido ahí o había estado mucho tiempo sentado y moviendose para dejar el camastro en ese estado. Mis cosas en una esquina llamaron mi atención, pero antes de que decidiese incorporarme y acercarme a echar un vistazo una voz cruzó el umbral haciendo que mi nombre retumbase en el oido.

Quien quiera que esté ahí me conoce. ¿Será buena idea llamar su atención?

No sabía quienes había allí hablando sobre mi ni que querían. Pero la confianza ciega no era uno de mis fuertes, recogí una herramienta con filo de entre mis cosas que utilizaba para tallar los talismanes y la oculte entre mi ropa. Después me dirigí hacia de donde había venido la voz sin fiarme en absoluto de este ambiente que me era totalmente desconocido. El dolor de la herida era insoportable, pero era mucho peor la ignorancia en la que me encontraba en ese momento.

@ Serghei

Saliste al pasillo armas en mano y tratando de ser lo más sigiloso posible. Entonces oíste la voz de Kalenden. Decía que tú seguías en tu cama. Luego preguntó si aquella era la casa de Gabriel.
Te relajaste. Parecía que no estabas en un ambiente hostil después de todo. Saliste al pasillo. Al fondo viste una habitación, allí estaba tu compañero y el extraño ocultista…una persona que como tú había estado a punto de morir a manos de Karel. Un escalofrío recorrió tu espalda.

@ Todos

Gabriel ignoró la pregunta de Kalenden, parecía que algo le había llamado la atención.

Hombre, ha despertado dijo con alivio señalando al vendedor ambulante que avanzaba por el pasillo Voy a prepararos algo de café, sentaos y poneos cómodos, enseguida os contare lo que ocurrió.
El ocultista abandonó la sala por una puerta lateral. Al mismo tiempo Serghei entró en ella.
Era una sala bastante amplia, pero la sensación de espacio se veía reducida por las paredes pintadas de negro oscuro y decoradas con cenefas grises. Había varías estanterías repletas de libros, cuatro sofás y una mesa en la que Gabriel había dejado el libro que estaba leyendo antes de ser interrumpido, “Mares de Sal”.

Todo aquello os resultaba bastante extraño. Lo último que recordabais…era mejor no pensar en ello, pero deberíais estar muertos.

Os mirasteis. Los dos habíais vivido aquella experiencia, habíais estado en aquella taberna que se había convertido en un infierno en apenas unos segundos, los dos habíais sido herido por la misma katana.

@ Serghei

Algo vino a tu mente de pronto. El fuego…el fuego de la posada había salido de la nada. Simplemente había estallado en el suelo ¿Tendría que ver Kalenden con aquello? ¿O quizás Karel?

Quizás había llegado el momento de hablar, al menos hasta que Gabriel volviera con el café a contaros la historia.

No me gustó nada que ignorara mi pregunta.

"Oh, vaya, al parecer Serghei está bien. Sólo necesitaba descansar. Y no le culpo..."
Me senté en uno de los sofás como había dicho Gabriel. Aunque no me hubieran invitado a ello me hubiera sentado igual. Aún estaba un poco cansado, y aquellos sofás parecían muy cómodos.

Una vez sentado estuve un rato en silencio. Lo acontecido anoche era importante y me hubiera gustado tratarlo. Pero no era fácil ¿Qué le decía? ¿Que le prendí fuego al edificio y que a la que pude lo dejé sólo y herido? Ni siquiera yo sabía si eso último lo hize para ir a proteger a la niña o para intentar salvar el pellejo.

Finalmente decidí hablar.

-Una noche... extraña ¿Verdad?

No se me pasó por la cabeza nada más courrente que eso.

Serghei seguía bastante desconcertado. Miraba a su alrededor sin poder creerse donde estaba, aquello había sido un milagro. Decidió sentarse en unos de los sofás y puso la pierna en alto sobre la mesa. Su rostro se constriño por el dolor.

Sí, ha sido una noche extraña fue su única contestación. Su voz sonó ausente. No daba la sensación de estar prestando demasiada atención. Parecía perdido en sus cavilaciones internas.

Tras un par de minutos la puerta de la cocina se abrió. Gabriel se acercó a la mesa y colocó una cafetera y tres tacitas de porcelana. Las tazas estaban decoradas con extraños motivos de calaveras, soles negros y guadañas. De hecho el asidero tenía la forma del filo de una hoz. Eran bastante curiosas.

Bonitas tazas ¿Eh? Dijo Gabriel sonriendo un poco.

A continuación echó un poco de café en cada taza, cogió una y se sentó en el sofá que quedaba libre. Serghei hizo lo propio y cogió otra taza, luego se volvió a recostar.

Bueno Kalenden, antes de contar como acabó todo…necesito que me cuentes que ocurrió en aquella posada. ¿Porqué Celina esta muerta? La voz del ocultista se rompió a mitad de la pregunta. Su rostro era el de un hombre destrozado por la perdida.

Unas cuantas lágrimas corrieron por sus mejillas.

Genial, ahora a Serghei se la sudaba el mundo exterior y se encerraba en sí mismo. Lo que faltaba...

Al cabo de unos minutos de silencio incómodo Gabriel volvió con el café. La vajilla era cuanto menos curiosa... daba un poco de grima beber café en eso.

Calaveras, guadañas. ¿Qué puñetas es todo esto? Qué gustos más siniestros...

De todos modos no hize comentario alguno al respecto. Bebí un sorbo del café. Era la primera vez que bebía ese brebaje, y no me gustó mucho, la verdad. Pero por lo que sabía mantenía despierto, sí que bebi un poco más. Estaba cansado física y mentalmente, cualquier estimulante me iba bien.

Intenté mostrar en mi cara comprensión hacia los sentimientos de Gabriel, aunque solo fuera porque yo también estaba dolido por la pérdida. Dudo que lograra mostrarla, no tenía mucha práctica en mostrar ese tipo de cosas.

-Celina está muerta porque la atravesaron con una katana. -dije finalmente- Diría que murió heroicamente y sería cierto. Pero odio esas tonterías de la heroicidad y las muertes justas, no creo que haya muertes buenas y muertes malas. Por si aún te lo preguntas, la mató ese cerdo de la monedita. Dije cara y salió cruz. Según el criterio de ese tpejo debería de ser yo el muerto y no ella, pero esa mujer tenía un gran corazón...

No dije nada del incendio. Si había que abordar ese tema, ya lo haría luego.

Gabriel bebió varios sorbos de café mientras escuchaba las duras palabras de Kalenden. En su rostro se veía que la perdida de Celina le había afectado más de lo que le gustaría admitir. Su mano temblaba ligeramente, probablemente por el cansancio.

Aquella noche comenzó Ocurrió algo a lo que el pueblo no estaba acostumbrado. La posada comenzó a arder. Karel nunca ha incendiado nada, él es sigiloso y mortal, imperceptible. Todo el pueblo salió de sus casas, destapiaron las puertas y corrieron a apagar el fuego que consumía la posada. Trajimos cubos desde el pozo, luchamos con todo lo que teníamos, pero el fuego avanzaba implacable, era imposible apagarlo. Al ver que aquello no nos llevaba a nada cambiamos de estrategia. Entramos cuatro hombres, pasamos a trabes de una ventana que estaba rota, y buscamos supervivientes. Fue un milagro, vosotros dos continuabais vivos, el fuego no os había devorado. Pero Celina no había corrido la misma suerte…el fuego estaba calcinando su cuerpo inerte.

Gabriel comenzó a gimotear y hundió el rostro entre sus manos. Apenas con un hilo de voz continuó.

Os salvamos la vida. Os traje a mi casa y aquí os curé y he velado por vosotros estos cuatro días.

La noticia te impactó. Llevabas cuatro días durmiendo.

La posada se calcinó hasta los cimientos. Cuando salimos de ella, me pareció ver una figura oscura que avanzaba hacia el norte. Fue solo un segundo…no se siquiera lo que vi.

Moth, Orgajandh, 28 Mayo, 17:00 PM

El lugar me hacía sentir incómodo. Cuatro días en un mismo sitio sin moverme, no me acuerdo desde la última vez que estuve tanto tiempo en un mismo lugar. Escuche las palabras de Gabriel aún sin llegar a creerme que saliese con vida de ese infierno y que esto no fuese nada más que una broma pesada llevada a cabo por el diablo para mi infinito tormento.

Muchas preguntas había contestado con su narración, pero aún quedaban muchas más y la más importante no dejaba de repetirse en mi cabeza una vez tras otra. Hasta que forzaron una salida por mis labios. ¿Dónde está Myrrh? ¿Está bien? Antes de que te sorprendas, Celina nos hizo partícipes de la existencia de su hija. El resto de las respuestas a las preguntas aún no formuladas debían esperar para saciar algo que no era mi curiosidad.

La sorpresa golpeó el pecho del ocultista. Su rostro pasó de la sorpresa a la incredulidad y luego a una enigmática sonrisa.

Que mujer más inteligente… susurró Sabía cubrirse las espaldas, de eso no cabía duda.

Gabriel se recostó en el sofá y le dio un par de sorbos al café. Permaneció pensativo varios segundos, dio otro sorbo, murmuró algo incomprensible, dio otro sorbo y por fin volvió a incorporarse en el asiento.

No estaba en la posada, de eso estoy seguro. Debió escapar por la ventana que encontramos reventada, o… en el peor de los caso, Karel acabó con ella. No se que suerte ha podido correr la chiquilla. Aunque, si os interesa, puedo tratar de localizarla… no es seguro, pero es lo mejor con que contamos para encontrarla. Aunque si Karel se la ha llevado no la busquéis, total, Celina ya no esta…

El ocultista dio otro sorbo.

¿4 días? La madre que me... ¿Cómo puedo haber dormido tanto tiempo?

No podía creer que hubiera estado tanto tiempo durmiendo, eso en a campo abierto habría supuesto la muerte. Prácticamente sin dame cuenta me bebía la taza entera de café. A ver si dormía ahora 4 días...

Sin embargo tenía más problemas y cosas en las que pensar que los días que había dormido. Myrrh, de la que ahora hablabamos, por ejemplo.

-Yo personalmente te lo agradecería mucho si tratas de echar una mano en la búsqueda de la pequeña. -le respondí a Gabriel ante su ofrecimiento- No puede haberse esfumado así como así. por mucho que no estuviera en la posada tiene que haber dejado algún rastro o alguna pista aunque sea sin querer. Una niña tan... eerr... especial no puede haber ido muy lejos sin llamar la atención.

Sólo esperaba que no hubiera llamado al atención de quién no debía...

Myrrh está viva, lo sé. Así que si puedes encontrarla, hazlo yá. No hay tiempo que perder.

Poco me importaba ahora mismo haber dormido 4 que 8 días. Mis prioridades estaban puestas pese a no haber llegado a prometerle nada a Celina. Encontraría a Myrrh y la llevaré con su familia y sino la aceptaban... Bueno, ya pensaría en ello cuando pase, si llega a pasar. Pero ahora tenía delante a Gabriel haciéndose el interesante con la posibilidad de encontrar a la niña y era mejor que no tener nada. Lo único que me preocupaba es que mi deuda con este hombre iba en aumento.

El ocultista os observó con una mezcla de curiosidad y dolor. Daba la sensación de que no esperaba aquella reacción por vuestra parte. Claro que hasta hace un par de minutos el no sabía que conocíais a la chiquilla.

Esta bien dio otro sorbo al café Os ayudare a localizarla, pero a partir de hay, estáis solos. Tengo familia y no pienso irme de Orgajandh.

Sin más demora Gabriel se levantó del sofá y con un ademán os indico que le siguierais. Volvisteis al pasillo por el que habíais venido, os adentrasteis por una de las puerta cerradas y llegasteis a una pequeña habitación llena de estanterías repletas de libros y cachivaches varios.
Gabriel rebuscó un par de minutos entre las estanterías y extrajo una pequeña esfera, del tamaño de una canica, de la que colgaba una cadenita con un enganche al final. Os la extendió con la mano.

Esto en un Orbe de Búsqueda, irónicamente lo encontré perdido en unas antiguas ruinas. En fin los datos históricos no interesan...Si volvéis a la posada y dais con algo que perteneciera a Myrrh, lo que sea: un pelo, ropa, un colgante. Lo colocáis en el enganche, y decís el nombre de la persona en voz alta, este artefacto os indicara el camino a seguir. Es lo máximo que puedo ofreceos.

@ Rejenih

Avanzasteis despacio por la aldea. Era muy pequeña y las pocas casas se agolpaban una tras otra en torno a una encrucijada de caminos de poca calidad. No había casi nadie en la calle e incluso pasasteis delante de un edificio que se había quemado hasta los cimientos, aparentemente no hacía mucho. Aquello parecía un pueblo fantasma más que una aldea de agricultores y comerciantes.

Cuando os adentrasteis más en la pequeña población encontrasteis al resto de la familia Enervith. Estaban todos allí. El padre los recibió a todos con un fuerte abrazo y una sonrisa en el rostro. Pero uno de los hijos no estaba muy contento. El traidor, el que había confesado todo ante Constantine permanecía con la cabeza gacha y sin mediar palabra con nadie. A veces sonreía levemente pero la alegría se esfumaba enseguida de su rostro. Debía de sentirse fatal.

Edgar por su parte, tras abrazar a todos sus hijos, volvió a coger a Emma, que ya estaba mejor, y comenzó a andar hacia la casa del tal Gabriel.

No falta mucho para llegar dijo por octava vez en todo el día.

Comenzasteis a avanzar de nuevo. El hijo traidor iba a la cola de la familia dedicandote miradas por el rabillo del ojo, como temiendo alguna represalia.

Sabía que ibamos a una aldea, pero... esta parecía ocho veces más pequeña que Dürgabehn como mínimo... dudo que pasara de los 40 habitantes... y también era un lugar bastante siniestro... todas esas casas abandonadas... hasta había musgo acumulado en las piedras de la mayoría... parecía que no hubiera habitantes... hasta parecía que habían tapiado algunas, y ni si quiera se molestaron en recoger los maderos de debajo de las ventanas... era bastante siniestro.

Me recordaba a cierto incidente de más allá de este mundo que prefería olvidar.

-¿Seguro que todo va bien, Edgar? Este sitio es un poco...

Me guardé palabras como "siniestro" o "macabro" para mí intentando no ofenderle. Normalmente una simple aldea no causaría tanto barullo en mí, pero... me traía malos recuerdos.

Decidí pensar en cosas más agradables. Mis acompañantes, por ejemplo. Edgar y Emma... después de pasar diez años con seres que me aceptaban, los momentos más felices de mi vida, y de repente bruscamente perderlo todo... perder a todo aquel que había querido y apreciado en mi nueva vida en un sólo día... y vivir casi tres años de nuevo en rodeado de los farsantes a los que siempre odié... después de tener que vivir todo este tiempo emocionalmente solo... encontrar, aunque fuesen dos humanos, aunque fuesen recién conocidos, aunque fuesen una pizca de lo que los Jayán valían para mí... servía de sobra para tenerme contento durante mucho tiempo. Desde luego, no sabía que hacer... ¿Debía detener mi viaje y quedarme con ellos, aunque fuese brevemente? Todo ser humano necesita vivir en sociedad y alguien con quien se sienta cómodo, es una ley que está en su misma sangre. La verdad es que podría acabar decidiendo quedarme con Gabriel durante un tiempo... por lo menos hasta asegurarme que ningún fanático de Düngarbehn les seguía.

Por otro lado, Emma había tardado más de lo esperado en mejorar... quería conocerla mejor. Llamadlo interés profesional por las personas que salvas.

Pero no, sabía que acabaría partiendo como tantas otras veces, lejos de esta gente. Mi hogar no estaba con ellos.

Entonces pasamos al lado de... un edificio. Que había sido incinerado. Hace poco... aún podía notarse el fuerte olor de todo lo que se había quemado... un vaso que había, lleno de ceniza, en el suelo, por ejemplo. El olor que dejaba eso era especialmente fuerte... sí, era indudable. El incendio tendría, como mucho, una semana de antigüedad. Me acerqué de nuevo a Edgar.

-¿Conocías a la gente que vivía aquí? -miré hacia atrás, buscando a los que llevaban aquí más tiempo que nosotros- ¿Sabéis que ha...

Durante todo el tiempo que se reunía la familia de nuevo, no miré con detalle la reunión. Después de todo no era asunto mío, y no recordaba que el hijo traidor estaba entre ellos. Al mirarlo, se me esombreció el rostro.

-...ocurrido?-terminé, intentado disimular el cambio en el tono de voz-

@ Rejenih

Edgar se retrasó un poco para que acabaras de formular la pregunta que te había dejado a mitad. Su rostro seguía iluminado por la alegría y tus funestas preguntas no hicieron mella en él.

Creo que eso era la posada... "La sal" o algo así. La verdad es que no estoy muy seguro. Me suena que la regentaba una mujer rubia, lo sé porque Gabriel esta coladito por ella. Por cierto, hablando de mi primo, es un tipo bastante...extraño, extravagante diría yo. Es para que lo tengas en cuenta. A pesar de todo es buena gente y vale la pena conocerle, sabe muchas cosas.


Nunca habías visto al padre de los Enervith hablar tan dicharacheramente y tan alegre. Todo lo contrarío que el hijo traidor que continuaba echandote miradas de reojo mientras avanzaba sin mediar palabra con nadie. ¿Estaría planeando algo? ¿O simplemente vigilaba que no contaras nada?

Por cierto. Es aquella casa dijo de pronto Edgar señalando un edifico de madera y piedra de buen tamaño.

Genial. La posada. A menos que Gabriel tuviera habitaciones para un ejército de huéspedes, tendré que dormir en el duro suelo.

Seguí mirando a mi alrededor. Al fin vi a una persona paseando, un campesino como otro cualquiera. Eso derribó bastante la idea de pueblo fantasma que tenía de este sitio. Aún así...

No, Rejenih. El responsable de todo eso estará pudriéndose en el otro mundo... lejos de mí, lejos de este sitio. Esto no es más que una aldea en que la gente se ha asustado por la posada quemada y se ha guarecido en su casa como ratones huyendo de un gato. Relájate.

Se parecía mucho, pero nada más.

-¿No te inquieta que con el incendio de la posada ella haya... podido morir? Porque si es así no pareces tener en muy alta estima a tu primo, pareces tan campante.


No me preocupaba lo estrafalario que fuera ese hombre... como si era un malabarista bufón con pico de pato. Lo mismo da. Pero...

-¿Sabe muchas cosas? ¿Sobre qué, concretamente?

Una vez contestó, esperé a que él se adelantara un poco. Quedé al final de la fila, junto al hijo mayor. Crucé los brazos casi sin darme cuenta.

-Constantine me contó todo lo ocurrido.-dije a una voz lo bastante baja en que no me oyeran-

Esperé su reacción, que delataría su postura con todo esto... lo que pensaba y sentía por lo que habíra hecho.

-Sólo una pregunta... ¿Por qué?