Las profundidades del Infierno [Serghei, Kalenden, Rejenih]

@ Rejenih (Tras las tiradas)

Te agazapaste para intentar no ser oído y caminaste en silencio. Esta vez te fue mejor, casi no hiciste ruido, y gracias a que los de dentro estaban hablando probablemente no te oían. Llegaste hasta la segunda ventana, era la última antes del boquete. Te asomaste pero no pudiste ver demasiado, el chico de las katanas hizo un imperceptible movimiento y miró a la ventana. Te parapetaste enseguida. Tu respiración se agitó por unos momentos. ¿Te habría visto? ¿Te habían descubierto ya? Poco a poco tu respiración se fue calmando. Afinaste el oído para ver si captabas algo.

Entonces ¿Qué hacemos? preguntó una voz aguda, juvenil... la que habíais oído en el bosque hacía un día. La que se había despedido en yamato. Ahora, más de cerca, pudiste averiguar que era la voz de un chico y no de una chica, pero era una voz infantil.

¿No esta claro? preguntó una voz de hombre, grave. Era Arc.

No pudiste captar lo siguiente que se dijo.

Tu corazón se desbocó a toda velocidad. Arc, el chico del otro día... estaba claro... lo habíais encontrado. ¡Karel debía estar hay dentro!

No pudiste evitar ponerte nervioso, la mano del estoque te temblaba.

Tirada de frialdad: 60 dados + 83 base= 143

Pero mantuviste la calma y la cabeza fría. Tenías que actuar. La vida de una niña dependía de ti. Rejenih... tu deber te llamaba de nuevo.

Por suerte no había nada que se interpusiera en mi camino. Avance más lentamente de lo que me pedía el ritmo de latidos de mi corazón, pero lo bastante silenciosamente como para hacerlo con confianza.

Allí dentro se oía mucha gente, más de la que esperaba. Desde luego si todos eran como Karel haría falta un milagro para sobrevivirlos a todos.

Me asomé por la primera ventana. Dentro había un joven, rubio, de pelo despeinado. Iba armado con dos katanas.

Katanas... ¿Puede ser Karel? ¿O algún aliado suyo? En todo caso parece demasiado concentrado mirando el fuego.. sin embargo Mir parece no estar aquí. Espera...¿Hay más gente detrás? Sí, pero no consigo... verla. Mejor voy a la otra ventana por ahora... pero ya va un rival armado.

Me sorprendió a mi mismo el poco ruido que hice en dirección a la segunda ventana. Pero no había tiempo para ponerse orgulloso por tonterías.

Me asomé a la segunda ventana, para dejar de mirar al instante. No estaba seguro de que me hayan visto o no...

Entonces escuché sus palabras. Desde luego si les había sobresaltado con mi aparición no se notaba en su tema de conversación, pero no sabía de que estaban hablando... lo que si estaba seguro es de que esos eran Arc y la chica... no, espera, es un niño. El niño que hizo esa cosa rara en el bosque, ese latido de corazón. Hablando del tema…

Tuve que concentrarme para mantener la cabeza fría. Ahora no había tiempo para preocupaciones ni paranoias, lo importante es que Mir, Karel, Arc... todo estaban allí dentro.

Si eran tantos aunque fuera uno solo me encontrarían tarde o temprano. Y por muy a susurros que hablaramos, podrían oírnos, sobretodo si a Kalenden le daba uno de esos prontos gritones suyos.

Volví de la forma más silenciosa que pude hacia Kalenden y Serghei, de nuevo.

-Ahí hay más gente de la que esperaba. Reunidos alrededor de una hoguera, están Arc, el niño que hizo ese extraño latido de corazón que parecía provenir del bosque y un joven rubio armado con dos katanas. Están hablando entre ellos, así que no creo que nos oigan si nos acercamos como es debido. Venid conmigo.

"Maldita sea, porque tarda tanto?"

Caundo ya estaba tan impaciente que estuve a punto de salir yo mismo a echar una ojeada, Rejenih volvió con noticias. Malas noticias.

Allí dentro estaba Arc el piskolero, que al parecer había sobrevivido, y un par de tipejos más, posiblemente también secuaces del pirado. Y uno era el que había montado todo aquel espectáculo hacia un par de días.

"Maldición, nos igualan en numero, o quizás incluso nos superen si hay alguien escondido. Y por lo menos dos de ellos son poderosos, aunque quizás uno siga herido... Un momento...

Sonreí. Sonreí mucho. Una hoguera, había dicho el viejo. Al fin un poco de suerte.

-Vamos allá pues -dije entre susurros sin perder la sonrisa de total confianza- Si sólo son esos tres y hay un fuego grande cerca, no nos pueden... Vamos allá, sin prisas, que no nos descubran... Se van a llevar una buena sorpresa...

Me moví sgilosamente, esperando que Rejenih y Serghei vinieran también, hacia el agujero en la pared. Mis pasos eran calculados, no había prisa, lo imortante era no hacer ruido. Luego me ocultaría para observar yo mismo aquella escena, en busca de más personas.

Tirada por Sigilo de Kalenden: 10 base + 74 dado = 84

Tirada por Ocultarse de Kalenden: 15 base + 91 dado +84 abierta = 175

Tirada por Buscar de Kalenden: 10 base + 69 dado = 79 [i]

Kalenden avanzó con pasmoso sigilo, algo impropio de alguien de su envergadura. Llegó hasta la pared y se parapetó intentando controlar la respiración. Su pulso era acelerado, sus manos temblaban. Pero le bastó echar un vistazo por el boquete para que toda duda, todo miedo se esfumara. Todo aquello fue sustituido por la rabia. Un fuego abrasador se coló por cada rincón del cuerpo de la bestia, pues poco le quedaba de humano en aquel momento. Myrrh. La pobre niña estaba atada y tirada en el suelo, tenía la boca tapada con un sucio trapo y sobre ella se posaba una bota marrón. La bota de Karel. Ese cerdo estaba sentado en el altar, como si de un trono se tratase. Miraba al infinito sin prestar mucha atención a la gente que le rodeaba. Tu tampoco les prestaste atención, solo podías mirar a la pobre chiquilla. Aquella niña que de nada tenía culpa, aquella niña que tanto te recordaba a ti. El odio y la rabia se apoderaron de ti. Echaste un vistazo al interior, por puro instinto, para contar cuantos eran y ver si podías entrar allí y destriparlos a todos. Sin contar a Myrrh eran cinco.





Serghei avanzó en sigilo, mezclándose con las sombras a la perfección. Se colocó en la primera línea de árboles, lo más oculto que pudo entre la maleza y cargó su arco. Estaba frente al boquete, listo para disparar si estallaba el combate.

Entonces le tocó avanzar a Rejenih. Y todo se fue al traste. La armadura del grandullón tintine en la noche y por si fuera poco se le escapó el pie y una piedra salió volando hasta estrellarse contra la pared de la iglesia.

Todo quedo en silencio.

"Jaja, eres un maestro, chaval. Una sombra silenciosa, nadie te oye ni te ve cuando no lo deseas. Vamos a echarle una ojeada al rubio y a Arc."

Me decía a mi mismo para acallar el nerviosísmo y el miedo, temía que en cualquier momento me descubrieran y me dispararan. Mi miedo se tornó rabia cuando vi lo que vi.

No.... Maldita sea...

Myrrh estaba allí, pero hubiera preferido no encontrarla a encontrarla así. Atada, amordazada, tirada en el suelo como basura y pisoteada por aquel cerdo loco mestizo. Mi pobre niña, cuanto miedo que debía de estra pasando por culpa de ese cabronazo. Sentí ansias de coger el hacha y correr hacia él para hacerlo unos cuantos centimetros más bajito. Estuve a punto de hacerlo, y estoy seguro de que aquellos dos sólos no habrían podido detenrme en el estado en el que me encontraba. Pero había más. Maldita sea, en total eran cinco, saltar a por Karel con el hacha habría sido un suicidio. Entonces se dibujó una sonrisa en mi rostro al ver el fuego.

Sí... esto va a ser muy divertido... ya verás cuando vengan y... ¿¡Qué coño?!

Me giré para ver que habia sido ese ruido, yd escubrí que era la maldita armadura del viejo. Además, por si fuera poco, se tropezó pateando una piedra que chocó contra el edificio.

¡ESTÚPIDO INÚTIL Maldita sea, seguro que lo han oído, tendré que actuar rápido...

Me preparé para usar mi mente en aquella fogata, iba a cocinar al rubio y a chamuscar a Arc y al crio.

¡Sufrid, mamones!

Lanzo Crear fuego para aumentar la hoguera de tamaño (con la intención de quemar a cualquira que este demasiado cerca) y Controlar Fuego para que el fuego se lanze a las ropas y el pelo del rubio y, si llega, a las de Arc y el crio. Gasto un CV en l potencial de ese último. Concntro un asalto.

Crear Fuego:
Potencial: 10 base + 87 dado +10 gran hoguera +10 concentración= 107 (Medio, 3 intensidades) + Desequilibrio = 120 (Dificil, 5 intensidades)
Proyección: 60 base + 22 dado = 82

Controlar Fuego:
Potencial: 30 base + 59 base +10 gran hoguera +10 cncentración +20 CV = 129 (Dificil, mueve 6 intensidades) + Desequilibrio = 140 (Muy difícil, mueve 8 intensidades).
Proyección: 60 base + 96 dado + 6 abierta = 162

Cruzé los dedos para que hubiera salido bien. Creo que hasta le rezé a ese estúpido de Abel o a alguno de esos conenados dioses guerreros de Goldar. Pero todo dependía de aquello, si salía bien tendriamos a tres pollos a la bras en vez de tres adversarios preparados al cien por cien.

Una descomunal llama surgió como un inmenso dragón creado de la rabia y la ira. De pronto las llamas comenzaron a moverse como si tuvieran vida y cambiaron de color, se tornaron violáceas en los bordes y rojo sangre en el interior. De pronto se lanzaron con vida propia hacia el rubio que estaba la lado. Kalenden sonrío, pero su alegría no duró mucho. El samurai había retrocedido lo suficiente como para que el fuego no hiciera más que una leve quemadura en su mano izquierda. ¿Como coño...? Ni siquiera le habías visto moverse.

Pero no podías perder la concentración, el dragón llameante se lanzó a traves del aire a por Arc, el pistolero se tapó la cara con las manos para intentar evitar el impacto.

Y de pronto el fuego se detuvo. A escasos centímetros del pistolero.

Kalenden estalló en ira e intentó que la llama avanzara, pero estaba bloqueada y se apagaba por momentos. Algo latió en tu interior, intentaste darle más poder, más fuerza. Estabas demasiado cerca de quemar a ese hijo de puta.

Pero fue inútil.

Entonces te diste cuenta de lo que había ocurrido. La niña, la que estaba al lado de Karel había alzado su mano. De ella emanaba un brillo rojizo y su pelo volaba como si estuviera mecido por un aire que no existía. Y entonces el fuego se apagó de golpe. Solo quedó una ligera llama en la hoguera, lo suficiente para que pudierais ver... vosotros y vuestro enemigo.

Vaya... el del hacha susurró una voz desde el interior. El fuego estalló en las venas de Kalenden, un fuego tan abrasador que lo devoró por dentro. Karel.

Sabía que seguías vivo, pero no que fueras tan estúpido como para venir hasta aquí.

Su voz sonaba fría, distante... pero en el fondo se notaba que se estaba divirtiendo con aquello. Se levantó del altar y agarró a Myrrh de las cuerdas, la levantó en vilo. Ya no había razón para esconderse así que saliste de la pared y te asomaste al boquete. Allí estaban los cinco, observandote, en silencio. Y Myrrh también te vio. Clavó su pequeños ojos en ti, en ellos viste un pozo infinito de dolor y sufrimiento, viste la pena reflejada. Pero al verte una chispa de esperanza se encendió en ellos. Te dio pena... probablemente ella creía que ibas a salvarla, pero tú contra esos cinco. Era una locura. Pero al menos morirías haciendo lo correcto, lo que nunca habías hecho en tu vida. Una sonrisa irónica recorrió tus labios. Estúpido Kalenden, nunca aprenderías. Diste un paso al frente.

Que valiente... susurró la voz de la niña pelirroja. O que estúpido pensaste tú.

Vamonos fue la orden de Karel. Solo fue una palabra pero te dejo atónito. ¿Se van... a donde? Arc, encárgate tú.

Pues claro dijo el pistolero sonriendo.

Todos los allí presentes comenzaron a marcharse por el gran portón que Karel abrió. Se llevaba a Myrrh. ¡No podías permitirlo! Diste un paso al frente pero Arc se cruzó en tu camino. La rabia te invadió.

Rejenih llegó a tu lado. Llevaba un yelmo puesto y blandía su estoque y su escudo. Serghei seguía entre los árboles, seguramente apuntando, esperando a que todo comenzara.

Encantado de volveros a ver dijo el pistolero con una sonrisa de oreja a oreja Vuestra descripción le encantó a Karel. Dice ni él lo habría dicho mejor.

Comenzó a reír.

Kalenden se movio como si fuese flotando a escasos centímetros del suelo en vez de andando. Serghei hizo un ruido que podría confundirse con el viento. Ahora me tocaba a mí.

Ahora me tocaba a mí.

Demostré una maestría sin par en este arte. El de hacer un ruido infernal, dijo. Mi armadura chirrió como si estuviese medio oxidada. Y por si fuera poco, una piedra que por algún motivo me había pasado inadvertida la primera vez decidió que sería divertido dejarse columpiar por mi pie.

No sé que fue peor, escuchar el sonido o la mirada que me dirigieron mis compañeros.

Pero entonces, a toda prisa, Kalenden uso una vez más sus brujerías. Obviamente, como había pensado por sus palabras y confirmé con mi oído, intentaba abrasarlos a todos con su control sobre el fuego, con la hoguera que iluminaba la iglesia. Sin embargo, donde ilusamente esperaba oír gritos, sólo había silencio. Y la ira invadió las facciones de Kalenden. No sabía que había ocurrido, sólo que no era nada bueno.

Escuché sus palabras. Había una voz, fría, pero autoritaria. Debía ser la voz de un líder, la voz de Karel.

Sus palabras me trajeron un recuerdo, fugaz, el de Constantine. Pero lo aparté de mi mente al instante, porque ahora lo importante era estar centrado en el presente.

Y aunque no lo hubiera hecho por mí mismo, algo más habría atraído como un imán al presente mi mente, lo que dijo Karel.

¿Vámonos? ¿Cómo que vámonos? ¿Nos ignoran? Oh, no, espera... mierda. Arc.. arc, el de la pistola... al menos eso significa que es de los mejores, que si le derrotamos como mucho quedará Karel como un enemigo más hábil.. eso espero...

Seguí a Kalenden al boquete de la pared. Apenas tuve tiempo para ver a Karel y los demás huir. Me temía a donde fueran, me temía a lo que fueran... si las cosas se ponían feas... la niña podría ser un rehén... no, entonces ya estaría muerta...

Tenía que distraerle, llamar su atención. Yo era el más resistente, el mejor protegido, el más hábil, el que tenía un escudo. Tenía que intentar que me disparase a mí.

-¡Arc! ¡¿Por qué?! ¿Por qué ayudas a alguien como Karel? Sabes perfectamente que es un asesino, un loco sin motivo, que mata a cuatro personas inocentes cada año...¡Y tú mismo ves como trata a la niña! ¡Una simple niña!

Avancé un par de pasos.

-¿Qué ha hecho ella para merecer ser secuestrada, que maten a su madre, que la traten así? ¿Qué motivos tienes para permitir eso?

Mi plan... mi preciso plan... parecía tan perfecto... y ahor atodo estaba arruinado... El rubio consiguió apartarse y esa maldita criaja, que posiblemente tenía un poder parecido al mío, había disipado el fuego hasta volverlo una llamita de nada...

Y se iban... se iban de allí, tan campantes, con la niña. Y me ponían a un tipejo con una máquina que provocaba truenos entre ella y yo. Pero no iba a mostrar temor. No lo había mostrado ante los 5 y no iba a mostrarlo ante uno solo al que además ya había hecho huir una vez.

Empieza a rezar... Arc. Porque no os voy a perdonar, a ninguno de vosotros. ¿Te gusta como te deje el pelo? Porque te ha ganado otra sesión de peluquería gratis...

Rejenih Siegal escribió:

-¡Arc! ¡¿Por qué?! ¿Por qué ayudas a alguien como Karel? Sabes perfectamente que es un asesino, un loco sin motivo, que mata a cuatro personas inocentes cada año...¡Y tú mismo ves como trata a la niña! ¡Una simple niña!

Avancé un par de pasos.

-¿Qué ha hecho ella para merecer ser secuestrada, que maten a su madre, que la traten así? ¿Qué motivos tienes para permitir eso?

Arc escuchó tranquilamente tus palabras mientras comprobaba que el tambor de su pistola tenía las seis balas en su sitio. Luego lo hizo girar y dio un par de vueltas antes de frenarse con un sonoro ¡Clack! De pronto notasteis como el aire se enardeció un poco y una brisa os acarició.

No tienes ni idea de lo que dices. dijo alzando la pistola para apuntaros. Su rostro había cambiado, ya no se reía, ahora os miraba con una seriedad impropia de él. No me cuentes cuentos viejales... vamos a empezar a bailar.

La tensión se respiraba en el ambiente. Todo estaba demasiado calmado, demasiado. Era la calma antes de la tempestad. Visteis impotentes como Karel y los suyos desaparecían con Myrrh entre la espesura.

Había que actuar deprisa.

¡Broom! De nuevo el truco del fuego. Una llamarada estalló a escasos centímetros de su brazo izquierdo. Arc trató de esquivarlo retrocediendo pero fue demasiado lento. Kalenden observó con regocijo como el brazo había sufrido una brutal quemadura. El pistolero te observó con la mirada llena de odio.

No voy a caer más veces en el mismo truco dijo.

Clock, clock. Algunas piedrecitas comenzaron a moverse a sus lados. Como movidas por un viento que no soplaba.

Me gusta tu nuevo corte de pelo, vas a tenerme que decir quien te lo ha hecho dijo socarronamente Kalenden.

Y Rejenih aprovechó la distracción. Sin perdonar se lanzó a través del boquete estoque en mano, un corte, una finta, doble finta. Arc seguía tus pasos bastante bien, no era nada mal combatiente. Pero cometió un fallo y tú no perdonaste. ¡Zas! Un corte que que descendía desde la frente hasta la nariz. Comenzó a sangrar, las gotas caían al suelo mientras vuestro oponente se tapaba la cara con la mano izquierda.

Esto iba a ser más fácil de lo que os habíais pensado. Y entonces estalló.

Un poderoso estruendo que os cegó y, de pronto, la pistola de Arc estaba rodeada de rayos crepitantes que se movían como si estuvieran vivos. Os miraba sonriendo, no pudisteis evitar retroceder unos pasos.

¡¡Sufrid la ira de la tormenta!!

Dos gigantescos rayos salieron disparados de su pistola. El primero impactó en el escudo de Rejenih, este retrocedió un metro arrastrado por la enorme fuerza demoledora. Cuando el rayo se deshizo el brazo se te había amoratado y estaba bastante dolorido. Habías dejado dos enormes surcos en el suelo a causa de tus botas.
El segundo salió disparado directo a Kalenden que trató de interponer su hacha. La descarga fue terrible e hizo que todo su cuerpo se revolviera de dolor. Un grito desgarró el cielo nocturno. Kalenden estuvo a punto de caer, pero logró sujetarte apoyando su hacha. Su respiración era agitada, sus pulsaciones iban a cien por hora.

Arc creyó que el del hacha estaba acabado y se centró en el verdadero problema. Rejenih, que ya se lanzaba de nuevo a por su enemigo. El pistolero saltó hacia atrás internándose en la iglesia, le seguiste. ¡Boom!

El sonido te alertó y colocaste el escudo frente a ti. ¡Clank! El golpe te echó para atrás, pero no había sufrido ningún daño. El pistolero te miraba socarronamente, su pistola echaba humo por el cañón. El aire volvió a enardecerse, algunas piedras comenzaron a moverse solas... Iba a lanzar el rayo de nuevo. Y de pronto sentiste un ligero calor en tu nuca, como una breve llamarada que se marchó al instante. ¿Qué coño hacia Kalenden?

Eso daba igual ahora. No debías desconcentrarte. Tú enemigo estaba frente a ti, los dos girabais midiendo los pasos del otro. Si el movía un pie, tu también, si el daba un paso adelante, tu lo mismo. La danza mortal había empezado y no ibas a ser tú quien la perdiera.

Una finta, un movimiento rápido y un corte que desgarró el pecho de tu rival. Arc gritó de dolor, la sangre salpicó tu arma y tu escudo, luego comenzó a gotear por el suelo. El pistolero retrocedió unos pasos agarrándose la herida para intentar paliar el dolor. Parecía que el combate había acabado.

Y entonces levantó el arma y apunto a Rejenih. Tu corazón se aceleró por momentos, te había pillado con la guardia baja. Un solo disparo de eso podía ser mortal. Tenías que mantener la calma, tenías que...

De nuevo estalló el fuego de la nada. Arc lo esquivó por poco, pero no fue suficiente. Kalenden, aparecido de la nada, dio un brutal salto desde uno de los bancos de la iglesia, paso por encima de la gran hoguera y descargó su mortal hacha contra el brazo del pistolero. En aquellos momentos tuviste que concedérselo, parecía el señor del fuego.

Esta vez el grito desgarrador fue de vuestro enemigo. El hacha se le había clavado desde el hombro hasta la axila, su brazo había quedado inútil. Su mano dejó caer la pistola al suelo. Kalenden extrajo el arma sin piedad alguna, el enemigo volvió a gritar. Pero aún no quería rendirse. Penosamente Arc se abalanzó sobre Rejenih, este lo detuvo con un golpe de escudo y luego le destrozó los nervios del otro brazo con un simple movimiento de estoque.

Arc cayó al suelo derrotado, una nube de polvo se levantó a su caída. Seguía respirando con dificultad y, lo más sorprendente, era que seguía consciente. Os miraba con una divertida sonrisa dibujada en su desfigurado rostro.

La tormenta había cesado.

@ Serghei

Observaste el cadáver que acababas de apuñalar hacia unos segundos. Tus compañeros se habían internado en la iglesia a enfrentarse con el tío de la pistola. Te habría gustado seguirlos, pero aquella cosa había intentado apresarte por la espalda. Menos mal que la habías escuchado antes de que llegara. Era una especie de perro de tamaño descomunal y deforme. Su piel era negra, al igual que sus ojos que miraban vacíos. Sus fauces eran gigantescas, demasiado grandes para un animal normal, y su lengua caía muerta desde su boca hasta el suelo. De donde había salido aquel monstruo era algo que te preguntabas, pero estabas más preocupado por el paradero de tus compañeros. Desde que se habían alejado del boquete te había sido imposible verlos.

Demasiadas dudas asaltaban tu cabeza. Lo único de lo que tenías certeza era de que tus espadas se habían manchado de sangre.

No había podido seguir a Myrrh, no había podido ayudar a Kalenden y Rejenih con el tipo que llevaba ese artefacto tan raro, tan solo me quedaba la certeza de que había conseguido sobrevivir. Esa "bestia" estaba muerta, mis armas goteaban sangre y a mi me seguía doliendo la pierna. Miré alrededor pero la oscuridad me rodeaba, si Karel seguía por allí estaba escondido y lo dudaba, a él le gustaba entrar en escena dramáticamente. Aún así, por una desconfianza natural decidí ir a ver que había ocurrido dentro de la iglesia derruida.

Miré a mis manos y mis armas seguían teñidas por el escarlata, miré de nuevo la iglesia y tomé una decisión. Limpie las hojas en el cuerpo de la bestia y las envainé, cogí el arco que había quedado en el suelo ante el súbito asalto y volví a preparar la flecha que descansaba a su lado. Me acerqué a la construcción acompañado por las sombras esperando pasar desapercibido a sus invitados y a cualquiera que estuviese fuera de haber alguien. Con el arma preparada y el corazón desbocado me preparé a echar el primer vistazo.

Arc yacía vencido, Kalenden y Rejenih seguían en pie. El resultado era claro y no pude evitar expulsar el aire de mis pulmones en un suspiro de alivio. Un vistazo más detenido me hizo ver que mis compañeros de fatigas no estaban en su mejor momento y que la llama de la vida no había abandonado los ojos de el compañero de Karel. Ahora era el momento de las respuestas, el momento de analizar lo que sabíamos y de tomar decisiones. Rejenih acababa de probar de primera mano a lo que nos enfrentabamos y decidir si quería seguir adelante. Sin salir de mi escondite hablé pausadamente. ¿Todo bien por aquí? Primero me enteraría en que estado se encontraban. Después aseguraría la zona. No quería que un desquiciado oriental entrase con esa extraña espada en mano para hacernos picadillo mientras sacábamos respuestas a su amigo.

En cuanto habló de empezar a bailar, el aire se notó un poco cargado, una brisa provenía de enfrente nuestra... parecía provenir de él.

Solté una maldición por lo bajo. Podría ser casualidad, pero el par de veces que he visto algo así en mi vida nunca ha sido nada bueno.

No pude evitar sentirme mal cuando Karel y los otros se marcharon con Mir... que parecía tener algo en la espalda. Algo que no terminé de ver bien. ¿Qué coño le han hecho a la pobre cría?

Teníamos que acabar con él, y deprisa, y sin sufrir daños, para conseguir alcanzar rápido a los demás. Me cubrí con mi escudo todo lo que pude.

Incluso siendo tres, estamos en infeoridad contra ellos, pero... a lo mejor se dividían para cofundirnos, no pueden saber que tenemos el trasto de Gabriel. No... saben que los cuatro son más que nosotros...

El fuego de Kalenden me sacó de mi ensismamiento.

¡Esto es un combate, Rejenih, baja de las nubes joder!

La verdad es que había pasado mucho tiempo desde el último combate que me resultó tan difícil como ese. Y estoy seguro de que la supervivencia habría sido cuestión de suerte si Kalenden no hubiera estado allí para ayudarme.

Ante su primera llamarada aproveché que necesitaría un segundo para recomponerse del todo y corrí hacia él, sin preocuparme en absoluto por algo que no fuese acabar con el. Me llevé un buen chasco, toda mi habilidad apenas sirvió para hacerle poco más que un corte muy feo. Pero esto era un combate a muerte y un combate a ver quien deja más jodidas las posibilidaes del otro de encontrar pareja alguna vez en su vida.

Sin embargo ya le tenía, y al parecer bastaba la breve distracción del fuego de Kalenden para que yo pudiera pillarle como es debido, hasta que...

¡¿QUÉ COJONES?!

Para alguien que sólo había visto una pistola de mecha tres veces en su vida y sólo a una disparar, desde luego que la pistola se rodeara de electricidad, y que lo que saliera de la pistola fuese más un rayo que una bala resultó toda una sorpresa.

Una sorpresa que estuve a punto de pagar muy cara.

Parandolo más por reflejo que por verdadera habilidad, aún así sufrí una descarga en el brazo y retrocedí unos centímetros. Sólo una cosa era segura: un tiro así en la frente y sería mi fin.

Mis pensamientos fueron confirmadas por el desgarrador grito de Kalenden. Alcé mi estoque de forma fácil de esquivar para que mientras Arc se apartara me diera tiempo a ver si seguía con vida, y ciertamente cayó en mi pequeña trampa y pude girarme una fracción de segundo. No estaba pasando por su mejor momento... además de que Serghei no estaba aquí. ¿Que demonios hacía?

Me volví y me encontré con que Arc ya estaba colocando su arma en dirección a mi cuerpo. Esta vez el balazo fue normal(o si había algo peculiar no llegué a verlo) y se quedó clavado en mi escudo, como un bonito adorno.

El aire volvió a cobrar vida propia. Las piedras temblaban. Ya sabía de que iba la cosa y iba a atacarle cuando noté, mas por oído que por verdadero daño, que el fuego de Kalenden se había formado esta vez sobre mi cabeza.

Preguntandome que cojones hacía en mi fuero interno, ataque de nuevo a Arc, consiguiendo golpearle de nuevo, y esta vez parecía dolerle. Y entoncees apunto su arma hacia mí... la verdad es que había sido un ataque ciertamente arriesgado, que me había dejado con el escudo más de perfil que de frente contra él... y es obvio que no puedo parar una bala con un arma tan delgada como un estoque. Me preparé para intentar esquivarlo, que por lo menos no me diera en la cabeza, lo que sería una muerte segura...

El fuego volvió a estallar al lado de Arc, que a duras penas consiguió esquivarlo. Y Kalenden dejó los miramientos y avanzó con su enorme hacha, de un salto, para acabar con Arc usando todo el peso de su cuerpo y el de su arma... y le dió en todo el brazo con el que sostenía la pistola.

El grito fue tan desgarrador que estaba seguro de que Karel debería haberlo oído a pesar de la distancia en la que se encontraba.

Sin perder ni un segundo, herí también su otro brazo. Y Arc cayó al suelo, levantando una polvareda.

Por los pelos... no había estado tan cerca de caer en combate desde... un momento...

Sonreía.

Ese condenado pistolero seguía sonriendo.

¿Quién cojones sonríe al borde de la muerte? Debe de estar tan chalado como Karel. Pero en fin...

Coloqué la punta de mi estoque en su cuello.

-Arc, contestame algo razonable, contestame la verdad, y no te mataré. Vuelvo a repetir mi pregunta. ¿Por qué demonios estabas dispuesto a combatir por tu vida por Karel? ¡Dijiste que no tenías nada en contra de la niña! ¿Que demonios haces defendiendo a ese pirado?
-la siguiente pregunta la hice alzando el tono de voz más de lo que me gustaría- ¡¿Adónde han ido Karel y los demás?!
Entonces llegó Serghei.

-Yo estoy bien pero Kalenden se ha llevado un verdadero balazo. Comprobad como está la herida.

Suspiré, aliviado, como aquel que descarga un enorme peso tras horas de llevarlo a cuestas.

Se acabó... vencimos... casi me electrocutan vivo... pero vencimos...

Estaba cansado, sudado y herido, pero aún me restaron confianzas para sonreír orgulloso de mi mismo. Y un poco del viejo...

La madre que lo parió... esa piskola... Dios, este tipo era peligroso, de no ser por Karel sería mi mayor adversario hasta ahora...

Pero habíamos logrado vencerle. Sí, mi preciosa hacha se había hundido en su carne y le había destrozado el brazo. Lo observé para ver como suplicaba y...

Hijo de puta.... sigue sonriendo... está... está igual o peor que su colega...

Rejenih intentó interrogarlo. Lo hizo de una manera muy cursi para haberle destrozado el brazo izquierdo hacía unos segundos. Y el mamón no respondía.

-¡Borra esa estúpida sonrisa y habla, coño! -le metí una patada en los dientes, como ya hize hacia un par de días con cierto lobo muerto- Puede que Rejenih sea demasiado buena gente y te haga preguntitas corteses, pero después de ese rayo que me has metido cómo no hables te cortaré las extremidades poco a poco y te las haré comer.

Tirada para Intimidar de Kalenden (No creo que asuste mucho con eso a un tipo que se ríe cuando le dejan ambimanco, pero bueno xD): 15 + 56 = 71

Recogí la pistola del suelo y la guadé en mi saco.

-De momento me quedaré con esto... Y no os preocupeis por mí, ese rayo era muy bonito pero no ha sido nada comparado con la maldita estocada de Rejenih.- añadí en repspuesta a Serghei.

Serghei... no lo he visto en todo el combate y ni siquiera me ha parecido ver una sola flecha volando por ahí... maldito seas, espero que tengas una buena excusa o esto se va a poner feo...

Veo que teneis esto controlado. Controla que Kalenden no lo mate y conseguid algo de información, voy a asegurarme de que estamos solos.

Sin perder más tiempo y esperando que Rejenih evite que Kalenden repita el episodio con el animal muerto me encamino a observar los alrededores para evitar llevarnos sorpresas. Lo último que quería es que ese perro superdesarrollado lo echase de menos su familia y decidieran hacernos una visita. Tambien estaba la opción de que Karel y sus compinches esten disfrutando a su retorcida manera del espectáculo. Todos tenían ese aura que caracterizaba a mi psicópata favorito y eso solo indicaba problemas para nosotros, además de que en lugar de centrarnos en Myrrh que era el objetivo de esta locura habían terminado enfrentandose al pirado del artefacto y probablemente habría que matarlo para evitarse problemas futuros. La vida en Moth era dura y ese extranjero lo experimentaría de primera mano.

Tirada de Buscar de Serghei (gente, perros con malas pulgas o pistas sobre Karel y cía): 45 base + 49 dado = 94

El pistolero tosió varias veces y entre aquellos estertores vomitó sangre que se mezclo con el charco que ya habían formado sus heridas. Alzó la vista lentamente sonriendo y Kalenden le golpeó brutalmente. Se escuchó un crujido, probablemente la nariz... o algo peor. Arc alzó la vista de nuevo y escupió cuatro muelas, a los pies de Rehenih. Luego intento hablar.

¿Qué porque sigo a Karel viejo? Jajajaja Porque... hace mucho tiempo que no me hago esa pregunta. Demasiado tiempo... de pronto Arc comenzó a reír como un demente, como si estar a punto de morir le importara una mierda. Su risa os heló la sangre y lo que vino después también. ¡¡Van a los Valles Interiores!! ¡¡Seguidlos!! Así tendrás diversión Jajajajajajajajajaj Su risa se tornó la de un demente. Y ahora... ¡¡El último As del cazador!!

Su gritó resonó por las paredes de toda la iglesia, cogisteis las armas al escuchar aquello y os preparasteis para detener cualquier golpe o rayo que saliera del cuerpo de Arc... pero la tormenta había muerto. Se había apagado y sus ojos contemplaban el vacío del cielo.

@ Serghei

No te alejaste mucho cuando escuchaste el tremendo grito de Arc. Algo iba mal, lo supiste en aquel mismo momento. Volviste corriendo hasta el boquete, lo que te topaste te helo las venas. Por el techo, la parte destrozada, se acercaban dos de aquellos deformes cánidos. Se movían como arañas e iban por la espalda de Kalenden y Rejenih. Aquello se iba a poner feo de un momento a otro ¡Tenías que actuar!

Escuché el grito y supe que la cosa no había ido tan bien como me gustaría. Maldición. Regresé a toda prisa y me encontré con problemas para variar. Los primos de la bestia que me atacó habían decidido pasarse a saludar, pero decidían andar más vertical de lo que yo consideraba normal. O eran primos tambien de las ardillas o estaba ante algún tipo de leyenda de Gehena tratando de gastarnos una broma para nada graciosa.

Mientras tensaba el arco y dejaba volar la primera flecha las palabras acudieron a mi boca. ¡CUIDADO!! ¡¡A VUESTRAS ESPALDA!! ¡¡DOS MÍNIMO!! No sería un poeta precisamente pero creo que el contenido hablaba por si mismo, tan solo me preguntaba porque diablos no habían aparecido cinco malditos minutos antes.

Maldita sea, ese tipo está MUY loco. Tanto que casi asusta, joder...

Tras soltar aquella tontería de demente, que primero me alertó pero después decidí ignorar cuando no pasó nada, me fui a agachar para desvalijarlo de sus pertenencias y recoger las muelas como trofeo, al más puro estilo goldoriano. Sin embargo Serghei me interrumpió.

¡CUIDADO!! ¡¡A VUESTRAS ESPALDA!! ¡¡DOS MÍNIMO!!

¡¿Dos qué, maldita sea?! estoy hecho mierda, no tengo el cuerpo para jueguecitos...

Me giré, siempre hacha en mano y fuego en mente, y retrocedía unos pasos para ponerme de nuevo en situación de combate y resistir a lo que fuera ese "As del cazador". Miré hacia todos lados y vi algo en el techo. No se veía bien pero... no parecía nada bonito...

Maldición, lo que nos faltaba...

Arc tosió varias veces y escupió sangre. Desde luego mi juramento de dejarle con vida debía valerle poco.

Para empeorar las cosas a Kalenden no se le ocurrió otra cosa que patearle mientras le gritaba y amenazaba. Sin embargo Arc contestó.

¿Acaso era amigo suyo de antes de que Karel perdiera la cordura? ¿Y le ha estado siguiendo por uno u otro motivo, ya sea intentar devolverle al buen camino, o que él haya caído en la demencia a la vez que su compañero?
Dicho esto se río, como si nosotros estuviesemos a punto de morir y no él.

¿Los valles interiores? ¿Eso no está... lejos? Creo que son la frontera de Moth con el Imperio de Abel.. ¿Para que puñetas van allí? Pero al menos estarán a la vista, y no en medio de un bosque tenebroso, podríamos contratar algún mercenario como ayuda en la persecución... o tal vez...

Entonces gritó algo sobre el último as del cazador.

-¡¿Que demonios?! -volví a sacar mi escudo a la espera de lo que fuera que acechara por allí-

Pero nada, silencio. No había ocurrido nada...

¡CUIDADO!! ¡¡A VUESTRAS ESPALDA!! ¡¡DOS MÍNIMO!!

¿LOS COMPAÑEROS DE KAREL HA VUELTO PARA...? Oh no.. mierda, no es eso. Aunque no sé si es meor o peor.

Unas bestias que recordaban vagamente a un perro con las fauces o de un lobo muy alargadas o de un cocodrilo muy acortadas se acercaba, trepando por el techo. Dos, como había dicho Seghei. Esos bichos tenían pinta de resistir lo suyo... pero si son tran grandullones dudo que sean demasiado rápidos...

Envainé mi estoque y saqué del saco la espada bastarda, esperando a que esas cosas se acercaran.

-Kalenden, si no te sientes bien para luchar, alejate y ayuda sólo con el fuego. Lo mismo digo con el arco, Serghei. Malditos mitos de Gehena, no podían ser más jodidamente inoportunos...

Las criaturas se lanzaron saltando desde las paredes a por Rejenih. El guerrero no pudo reaccionar a tiempo y solo acertó a interponer su escudo para defenderse. Tuvo suerte pues una pequeña llama creada por Kaleden hizo retroceder a una de las bestias y la otra no acertó a golpear con atino a su presa. Y el caballero no perdonó. Descargó toda su espada contra las fauces de la criatura destrozandole el morro y haciendo que aullara de dolor.

De pronto una segunda flecha voló incrustandose en el cráneo de la criatura que había sido quemada antes. El bicho cayó al suelo con la boca abierta, un liquido negro se desparramaba desde sus dientes.

Pero no hubo tiempo de fijarse en ello. Kalenden se lanzó hacha en mano sin acertar a golpear, pero dando la oportunidad a Rejenih para que acabara con ella destrozando su cabeza.

Los dos perros habían caído en apenas seis segundos. No había sido un combate difícil, no al menos comparado con Arc. Pero ya era más de lo que podíais soportar.

Vuestros cuerpos estaban al límite. Llevabais demasiadas horas sin dormir, sin siquiera descansar. Además estabais heridos, sobretodo Kalenden que lucía una brutal quemadura en pecho. Necesitabais un respiro o ibais a acabar muertos.

Y entonces algo resonó entre los árboles de Gehena. Eran aullidos, aullidos como el de aquellas criaturas que acababan de morir. Y eran muchos.

Había sido fácil, creo que ni si quiera habíamos sufrido alguna herida ninguno de los tres. Como pensaba la espada bastarda servía para acabar con ellos de dos golpecitos...

-Si se han ido a los Valles Interiores, tenemos tiempo de sobra, y ya sabemos que Karel solo es más lento que nosotros tres con dos heridos. Deberíamos descansar hasta curarnos del todo en la casa que encontré y luego en alguna ciudad por el camino contratar un mercenario o algo así que nos ayude contra esos cua...
Unos aullidos interrumpieron mis palabras. Parecían provenir de los dos laterales y sonaban... sonaban a ser muchos de esos bichos.

-Joder...¿Que hacemos? Si cerramos las puertas de esta iglesia sólo habrá que vigilar el boquete y el agujero del techo hasta acabar con todos o asustalos... pero si huimos estaremos entre los árboles, en su terreno...¡Hay que decidir algo, y rápido!

Esas bestias monstruosas habían actuado rápido y con sigilo, pero aparte de la sorpresa inicial, no le sirvió de mucho. Murieron a los pocos segundos de llegar al suelo, sin causarnos daño alguno. Y suerte que no lo causaron, porque posiblemente no habría aguantado.

Vale, ahora si que ya está, ahora nos iremos tranquilamente, echaremos una dormidita y... ¿Qué cojones?

Aullidos, en la lejanía. Muy parecidos al del par de dos que estaban ante nosotros, muertos. Y eran muchos aullidos.

¡¿Es que no van a darnos ni un minuto de respiro!? ¡Maldita sea, parecen millones y dudo que podamos contra un grupo de diez! Si nos quedamos aquí lo único que haremos será encerrarnos como en una ratonera...

Tuve suerte y la cosa acabó rápido, tan solo fué un susto y no necesité comentarles sobre las fauces de lo que quiera que fuesen esos bichos. Pero la situación lejos de darnos un respiro decidión apretarnos un poquito más la soga al cuello.

Encerradnos no es una solución, no sabemos cuantos hay. Han venido por dos razones o por el que me cargué ahí fuera o por el olor a sangre fresca. Yo creo que lo mejor es deshandar lo andado hasta el pueblo, allí nos pueden informar de lo que son esos valles y tendrémos un sitio donde cobijarnos... si sucede lo peor siempre será más defendible que esto. Propongo quitarnos el olor a sangre de encima y ponernos en marcha ahora mismo, con suerte se entretendrán con el cadaver de este infeliz.

Mientras que hablo trato de recuperar las flechas usadas y echo un vistazo alrededor por si hay algo de utilidad que podamos usar.

@ Serghei

La flecha que se había estampado contra la pared estaba destrozada. La otra... en fin olía bastante mal y estaba llena del líquido cerebral de aquella bestia. Pero aún podría ser otro disparo y en aquella situación podría suponer la diferencia entre la vida y la muerte.

Echaste un vistazo a tu alrededor para hacer recuento. El altar de madera, un montón de bancos de iglesia, muchos ladrillos y piedras por el suelo y la gran hoguera hecha con libros y maderos. Era todo lo que teníais. Alguna utilidad tendría que tener algo de todo aquello.

Observando el lugar con nuevos ojos y mirando mi cogera junto al estado de Kalenden correr esa distancia estaba más allá de nuestras posibilidades. Por no hablar de que probablemente dejaríamos un reguero de sangre a nuestro paso. La mejor opción era usar las defensas naturales del lugar y esperar que algún creyente rezase por nosotros.

Está bien, tu idea es mejor. Pero vamos a preparar este lugar mejor. Eché otro vistazo y comencé a ordenar ideas en mi cabeza. Acepto sugerencias, pero mientras vamos colocando un par de bancos en la puerta y en el agujero, tampoco iría mal pensar en montar algo así como una barrera en medio, donde nosotros nos colocaríamos para capear el temporal. Tan solo espero que sean menos de los que me imagino.

Al final si ibamos a quedanrnos en al ratonera. Malditos necios. muy bien, pues iba a ser una ratonera bien guapa en la que no entraría ningún bichejo si yo no quería.

Muy bien, quedemonos aquí encerrados sin poder escapar. Pero hagamoslo bien. Nos ponemos lo más alejados de por donde puedan entrar y nos acuartelamos como habeis dicho. Pero antes, teneis que rapartir diferentes pilas de bancos entre dodne vayana estar ellos y entre donde estaremos nosotros. Les prenderemos fuego con la hoguera. Y entonces... descubrirán porque no deben tocarme los cojones...

Sonreí... si aquello salía bien, ningun puto lobo iba a tocarnos un pelo.

Empezé a arrastrar bancos para tenerlos puestos de manera que si entraban por el boquete se comieran la mayoria, especialmente si entraban muchos. Poniendolos en diagonal, uno mirando al boquete y el otro de espalda a ese y así todo el tiempo, iba a ser mejor, así ocuparían más espacio. Ni dios podría moverse por aquella iglesia sin tropezarse con un puto banco. Me aseguré de que no estuvieran muy cerca del altar, donde seguramente nos acuartelariamos. Entonces cogí un leño de la hoguera intentando no quemarme. Iba a ir prendiendoles fuego uno a uno, pero no cansaría mi mente si podía evitarlo.

Quemadlos, gente, quiero ver un ejército de hogueras a mis ordenes.