Dama [Prólogo de Harold]

Sin darte cuenta, perdido en tus pensamientos y al calor de tu pequeña hoguera, tus párpados se fueron cerrando y caíste en un reconfortante sueño.



Moth, Bosque de Gehena, 31 Mayo 06:00

Un pájaro graznó con fuerza. Abriste los ojos lentamente sin saber muy bien donde estabas. Pronto la realidad sacudió tu mente y recordaste todo lo sucedido el día anterior. Recordaste la discusión con Yoko y como te habías marchado de cabeza al bosque. Refunfuñaste por lo bajo y te desperezaste asumiendo que la paz del sueño se había terminado.

Recogiste tus cosas y te levantaste. La hoguera se debía de haber apagado en algún momento en el transcurso de la noche, además la lluvia se había detenido dejando tras de si una fría brisa y un suelo embarrado. Aquello podía ser muy útil para localizar las huellas de algún animal. Entonces algo te sacó de tus pensamientos, fue el graznido de un pájaro.
Alzaste la vista para comprobar de donde venía y tu sorpresa no fue pequeña al ver un cuervo que te observaba desde una rama. Sus profundos ojos negros no te quitaban la vista de encima, atento a cualquiera de tus movimientos. Estuviste tentado de coger una piedra y lanzársela, pero los habitantes de Moth eran muy supersticiosos con los cuervos... quizás era mejor dejarlo estar. Total, solo era un pajarraco.

Miraste a tu alrededor y comenzaste a caminar en dirección norte, o al menos... donde tu suponías que estaba el norte. Empezabas a pensar que aquello era una estupidez.

El cuervo volvió a graznar.

Ya es de dia...o al menos deberia serlo. Me desperzé a la sombra de la espesura. Entonces tuvo que aparecer el cuervo del demonio a amargarme un poco mas la existencia. Cuervo del demonio... Podia maldecir mentalmente todo lo que quisiera a las oscuras aves, pero tampoco iba a hacer nada. A fin de cuentas por vil que fuera tenia derecho a existir.

Una vez mas perdido en la inmensidad del bosque... Empecé la marcha sin desayunar (pues tendria que racionar al maximo la comida antes de arriesgarme a cazar nada) y me dirigí ¿al norte? No lo sabia con exactitud, y ya poco importaba norte, sur este u oeste. El resultado estaba previsto, una muerte horrible tarde o temprano gracias a mi insensatez y mi arrogancia a partes iguales. No quedaba nada mas que hacer, solo andar.

Este lugar da claustrofoba.No hay luz, es como si esto fuera una tierra vetada al sol. Ni entiendo como puede crecer algo aqui ya, aunque es Gehena. Si la mitad de leyendas sobre este sitio son ciertas ¿porque extrañarse?

Aquello simplemente era demasiado. Si a ras de suelo no habia luz tendria que escalar un arbol...

Tirada por trepar:15+15(un punto de cansancio+66=96

Estaba decidido a ver la luz del sol al menos una vez mas antes de entrar definitivamente en las tinieblas. Como minimo me llevaria ese recuerdo al infierno, y por mucho que me iba a costar admitirlo, tambien me llevaria el de Yoko

Escalaste hasta la copa del árbol, apartaste unas cuantas ramas que se empeñaban en no dejarte pasar y lograste escapar de aquellas garras, aunque solo fuera por unos segundos. La luz del sol te dejo cegado por unos segundos, no pudiste evitar sonreír a pesar de que tus ojos lloraban. Aquella maldita esfera amarilla brillaba con una intensidad apabullante en el cielo azul. El aire en aquella zona era fresco, limpio, sin corrupción.

Guardaste aquellos segundos en lo más profundo de ti... Aquella oportunidad podría no volver a presentarse nunca.


Moth, Bosque de Gehena, 31 Mayo 14:00 PM

De un manotazo apartaste unas cuantas ramas y te abriste paso entre la oscura maleza de Gehena. Estabas hastiado de ver siempre el mismo paisaje, pero ya era imposible arrepentirse. Era continuar o morir. Ya hacía horas que habías desenvainado uno de tus cuchillos y lo usabas para cortar las ramas más cercanas, las que se empeñaban en arañarte la cara y no dejarte pasar.

Habías perdido completamente la noción del tiempo, tampoco te importaba, en aquel mar oscuro solo había una regla que seguir y era sobrevivir. ¿Qué más daba el resto? Si era de noche, de día... todo aquello era banal. En cierto modo te recordaba a todo el tiempo pasado en la estepa helada de Hauffman.

Perdido en aquellos pensamientos no te diste cuenta de que de pronto la línea de árboles finalizaba de golpe. Cortaste el aire y desconcertado miraste a tu alrededor, estabas en una zona despejada que se abría justo antes de un pequeño barranco. Allí al borde de él habían tres personas. Un grandullón vestido de pieles que portaba un hacha muy parecida a las de tu tierra, un joven delgada y atlético armado con un arco y dos espadas cortas y el tercero era un hombre entrado en años que vestía con una enorme armadura y portaba un estoque al cinto.

Te miraron...tú les miraste...

Fin del Prólogo.