Dama [Prólogo de Harold]

Algo no marcha bien. Una parte del rompecabezas no encaja. Yoko pretende destruir a Karel de la faz de la tierra, pero... parece que conoce a quien se supone que es su mano derecha. Algo falla si pretende matar al mentor de Silvia y esta nos deja entrar tan campantes en lo que imagino es el territorio de Karel. No encaja. Y sobre la protegida de Karel…Ese poder, controlar el fuego a voluntad. No es el tipo de poder que emplearon los brujos de Komerfest aquella noche. Aunque lo que me contaron los oscuros sobre ese poder es que requiere años de preparación, así que no entiendo como encima puede saber luchar. Es casi como una aberración de leyenda…

La ciudad estaba casi totalmente a oscuras. Tan solo iluminaban las calles principales unos farolillos, mas bien escasos y del todo insuficientes. Aquella luz mortecina le daba a Komerfest un aspecto mucho más siniestro del que se podría esperar de una ciudad nórdica. Entre las callejuelas avanzaba una figura envuelta en una capa oscura. Harold Frey andaba con paso ligero por la calle de los herbolarios, de camino a una posada, o un establo, o cualquier rincón en el que dormir. La calle estaba prácticamente a oscuras a pesar de los farolillos. Fue entonces cuando algo rompió estrepitosamente el silencio.

Era el sonido de un rayo tremendamente potente. -¿Un rayo con el cielo despejado?- Harold no pudo mas que sorprenderse. Aquello no era normal. El joven mentalista trató de encontrar el origen de aquel sonido. Miró entre los callejones y a los pocos minutos entró en uno cercano ya al cruce con la calle principal. En el había un cuerpo calcinado. No necesitó acercarse para saber que estaba muerto…-No puede ser…Si lo hubieran quemado ya habría media ciudad en llamas. ¿La idea del rayo esta descartada…entonces quien o que ha matado a este hombre?- Harold, para su desgracia, no tardó mucho en descubrirlo…

Pasé el resto del viaje en silencio. Prefería ocultar mis sospechas y mis temores por el momento. Sencillamente no procedía. A fin de cuentas en aquel lugar mi único apoyo y salvoconducto era Yoko, además no quería pensar que hubiera una minima posibilidad de traición por su parte. Pero entonces mas que nunca supe que tendría que estar atento a cualquier cosa si pretendía sobrevivir a aquel bosque….

Pasaron muchas horas en aquel incomodo silencio. Pero finalmente, cuando ya no podías más, llegasteis al pequeño pueblo al que se había referido Yoko. Y tanto que era pequeño, apenas diez casas y una serrería. ¿Leñadores? probablemente.

Os adentrasteis en aquella villa, la gente saludaba a Yoko, como si la conocieran ya de tiempo. Ella devolvía el saludo y sonrió como hacía un rato que no la veías. Llegasteis hasta una casa y la oriental tocó a la puerta. Os abrió una anciana que al verla sonrío con su desdentada boca.

Yoko, cuanto tiempo sin verte... ¿Este es tu novio? preguntó la viejita lanzandote una mirada amistosa. No pudiste evitar sonreír ante la ternura de aquella anciana.

Y allí pasasteis el resto del día y la noche os alcanzó cortando leña en la parte trasera de la casa. Por lo que habíais hablado resultaba que Yoko había pasado mucho tiempo en aquel pueblo, donde había sido aceptada como una más. Aquella anciana la había tratado como a una hija y la había dejado vivir en su casa. Igugal que ahora hacía contigo. A cambio solo teníais que cortar algo de leña y arreglar un par de cosas rotas.

¿En que piensas Harold? preguntó tu compañera dando otro hachazo Estas muy callado desde que nos ha encontrado Silvia. Dime ¿Te estas arrepintiendo? Si es así, al llegar el día, de la vuelta y marcha. No te obligaré a seguir.

¿En que piensas Harold? preguntó tu compañera dando otro hachazo Estas muy callado desde que nos ha encontrado Silvia. Dime ¿Te estas arrepintiendo? Si es así, al llegar el día, de la vuelta y marcha. No te obligaré a seguir.

Supongo que era inevitable que se preocupara…Sonreí resignado a la pregunta. Despues de 4 horas sin mediar palabra era normal que Yoko se extrañase No es nada Yoko…Solo tengo curiosidad por saber algo y no estaba seguro de que quisieras hablarme del tema. Hice una pausa y dejé el hacha a un lado. Aparté el tronco que me disponía a cortar y me senté en el tocón que hacia las veces de base…No voy a dejar ahora este viaje, te dije que te acompañaría y te ayudaría a cazar a Karel y así lo haré. Pero la niña del camino, Silvia, ¿de que la conoces? ¿Y porque nos permitió pasar si es la protegida de Karel? La verdad es que siento curiosidad por saber mas cosas sobre ti, sobre Karel y sobre porque lo odias tanto. ¿Por qué quieres matar a Karel? ¿Que hizo ese hombre para que desees destruirlo por encima de todo? Empecé a juguetear con uno de los cuchillos, esperando una respuesta que tal vez nunca llegaría. No esperaba que Yoko me respondiera, pero tampoco podía ayudarla si no lo hacia. Era la primera vez desde mi despertar que me preocupaba tanto por alguien…tal vez por ello temía tanto que todo aquello pudiera ser una trampa, o que me traicionara…

Moth, Bosque de Gehena, 30 de Mayo, 02:30 AM

Era de madrugada, ya habíais cenado y estabais repuesto mientras cortabais los troncos. Trabajar por la noche no era santo de tu devoción, pero la anciana os lo había pedido para que al día siguiente pudiera tener madera, cuando os marcharais.

Lanzaste la pregunta a Yoko y te sentaste. Ella hizo lo propio, quitó el madero y se sentó dejando el hacha a un lado. Por un momento miró al suelo y entrelazó las manos, como si no supiera por donde empezar. De hecho, tardo un minuto en hablar.

Conozco a Silvia porque... suspiró como si no encontrara las palabras. La conozco porque... ella era... No sé por donde empezar.

Guardó silencio por unos segundos. Preferiste no abrir la boca, estorbarla ahora podría suponer que no te contestara. Que guardara silencio.

De pronto alzó la mirada, sus ojos estaban abiertos de par en par, el miedo estaba presente en ellos. Te asustaste por un momento y miraste a tu alrededor como un desquiciado que busca un lobo a punto de saltar sobre él. Nada.

Acaban de llegar... Van todos, menos Arc. ¡¡Joder!! han aparecido de la nada... puedo notar su energía. ¿No lo notas, Harold?

Las palabras de Yoko carecían de sentido para ti, hablaba demasiado rápido y de cosas que no entendías. Pero no hacía falta el lenguaje, sus ojos... el terror dibujado en ellos era suficiente como para saber que algo malo pasaba.

Un grito de mujer te perforó los oídos, venía del pueblo. Tu compañera se levantó, cogió la katana y salió corriendo a la parte delantera de la casa de la anciana. Todo estaba pasando demasiado rápido.

¡Maldita sea Yoko espera! ¡No te puedes lanzar a lo loco contra esosMe levanté a toda prisa para detenerla. Si Silvia era solo la mitad de poderosa de lo que decía Yoko Karel debía ser terrible. Si Yoko se lanzaba así a por ellos no tendría nada que hacer… ¡No! Si salía ahí moriría seguro. Tenia que evitar que se lanzara a lo loco al precio que fuera…

Tirada por atletismo para alcanzarla
Tirada de potencial psíquico para lanzar presa telequinetica (uso mi CV de emergencia): 100+ 20=120=presa de fuerza 8
Tirada por proyección: 100+91+5=196/106(si hubiera que aplicar el penalizador de cegado por no alcanzarla)

Algo instintivamente me hizo reaccionar para protegerla. Fue entonces cuando emplee por primera vez mi don en algo así. Hata entonces siempre lo había usado en mi beneficio propio: para protegerme del frío en Hauffman, o para matar. Pero aquella vez fue como si pudiera extender mi voluntad más allá de las limitaciones de mi cuerpo con tal de alcanzarla y evitar que Yoko cometiera un error que le costara la vida.
¿Porque le he cogido tanto apego? Ya no se si es por mi pasado o simplemente es así…

Corriste como alma que lleva el diablo detrás de Yoko. No sabías porque, tú, que siempre habías sido un superviviente, que siempre habías luchado solo y que siempre habías dado lo mejor de ti con un único propósito, seguir vivo. Tú, te habías lanzados sin pensar dos veces en las consecuencias de tus acciones.

Tardarías poco en saber el error que habías cometido.


Giraste la esquina todo lo deprisa que pudiste, volviste girar al otro lado y llegaste a la parte delantera. Yoko avanzaba a través de las casas, llevaba la katana desenvainada y se lanzaba contra un grupo de cinco personas. Un semioriental, un chico rubio armado con dos katanas, una niña maniatada que iba sujeta por el semioriental, una chico pelirrojo y Silvia, la niña que dominaba el fuego. Aquel debía de ser el grupo de Karel... pero ¿Cual de todos sería?

No pudiste parar mucho tiempo a analizarlos, Yoko estaba llegando a ellos. Tenías que hacer algo... pero ¿Qué? Nada de lo que tenías podría salvarla, tanto poder para no poder salvar a la única persona que...

Algo te llevó por instinto, corriste de nuevo, alzaste la mano, tu deseo de cogerla era demasiado grande. Deseabas sujetarla entras tus manos y no dejarla escapar, no dejarla morir.

Y de pronto tus deseos se vieron cumplidos. Yoko se detuvo, en seco. Justo a tiempo, pues había acabado a pocos metros del grupo que la miraba con indiferencia. Todos menos uno, el semioriental. Él la miraba con una sonrisa escalofriante.

Te acercaste corriendo todo lo que pudiste, hasta llegar al lado de tu compañera. Yoko había estallado y sus lágrimas bañaban el suelo, un infinito dolor apresó tu interior. De nuevo tu mente trató de recordar, pero la nebulosa aún era demasiado grande... demasiado insondable.

Vaya, vaya... hola hermana dijo el semioriental.

Como si de un martillo se tratase una presión golpeó tu pecho. ¿Hermana?

Te he dicho mil veces... ¡¡Que no me llames así, Karel!! gritó tu compañera. La rabia que destilaban sus palabras te echo para atrás unos pasos. ¿Karel? ¿Hermanos? La cabeza te estaba empezando a dar vueltas.

Y vaya... no me esperaba que estuvieras con Phiros ¿Qué tal estas?

Miraste a los lados. No había nadie más que tú, todo el mundo se había encerrado en sus casas. Karel se estaba dirigiendo a ti, sonriendo. Un silencio sepulcral te invadió por unos momentos. Phiros... conocías ese nombre. Miraste a Yoko buscando respuestas. Ella tenía los ojos fuera de las órbitas, ahora te miraba a ti.

¿Qué demonios estaba pasando allí?

¿Se refiere a mí? ¡¿Maldita sea es que todo el mundo me conoce en este condenado bosque?! ¿Phiros? exactamente de que me conoce este tipo...tal vez tuviera que ver con mi pasado...¿este es mi origines? Si deducimos que Yoko formaba parte del grupo...me conocía, pero me ocultó la verdad... ¿porque? Puede que no dijera a la ligera aquello de que tal vez mi pasado no me gustaría nada... No podía estar, cuanto menos, desorientado ¿Que significaba todo aquello? El rompecabezas en lugar de aclararse se oscurecía más y más. Y tampoco podía permitir que Yoko se lanzara sobre ellos...

¿Quienes sois?¿A caso tu eres Karel? Me dirigí directamente al semioriental...

Tirada de frialdad:90+87=177

Parecía que estaba muy relacionado con aquella gente. Tal vez por fin recuperaría mi pasado. ¡Estaba a tan solo un paso de conseguirlo! Avancé con paso firme. Pasé al lado de Yoko, no me atreví a mirarla a los ojos. Puse las manos en los bolsillos, agarré con fuerza tres cuchillos. Si pretendían matarme me iría de aquel mundo dejándoles un regalo de por vida. Paré a dos metros del Extraño grupo.

Dime si eres capaz de responder...¿Quien soy yo?¿Porque parece que me conoces?
Y dime, quien o que eres tu. Desde que desperté en Hauffman he tratado de recuperar mi memoria. Ahora apareces aquí, me llamas por un nombre extraño y te comportas como si me conocieras. Hice una pausa Dime quien o que era yo antes de perder la memoria, y déjanos marchar, tanto a mi como a mi compañera. Si no lo haces...no dudo de que al final nos matarás pero te juro que conseguiré que recuerdes mi cara hasta el fin de tus días...

Callé en espera de una respuesta. Agarraba con fuerza aquellos cuchillos que de poco me serivirian mientras sentía el viento golpear mi rostro, la tierra hundirse bajo mis pies, cada sonido... El bosque, yo, Yoko, y aquellos que aprecian conocerme mejor que yo mismo.

Harold Frey escribió:
Dime si eres capaz de responder...¿Quien soy yo?¿Porque parece que me conoces?
Y dime, quien o que eres tu. Desde que desperté en Hauffman he tratado de recuperar mi memoria. Ahora apareces aquí, me llamas por un nombre extraño y te comportas como si me conocieras. Hice una pausa Dime quien o que era yo antes de perder la memoria, y déjanos marchar, tanto a mi como a mi compañera. Si no lo haces...no dudo de que al final nos matarás pero te juro que conseguiré que recuerdes mi cara hasta el fin de tus días....

El el rostro de Karel se dibujo una ancha sonrisa al oír tus últimas palabras. Parecía que la amenaza de poco te había servido, como mucho para hacerle reír. ¿Qué mierda era todo aquello? Aferraste tus cuchillos con más fuerza, tenías que estar atento... pero eran demasiados ¿Cual de ellos se movería primero? Las dudas y las preguntas comenzaron a asaltar tu mente como un enjambre furioso. Debías lograr mantener la calma o aquello podía acabar muy mal. Al fin algo te distrajo, Karel comenzó a hablar.

Parece que has perdido la memoria Phiros... Es una lastima su voz era fría, pero no podía evitar que un deje de diversión se desprendiera de ella. ¿Quieres volver a saber quien eres? ¿Quieres recordar? Pues no me hagas exigencias, soy yo quien las hace.

Las últimas las pronunció mientras su enigmática sonrisa se dibujaba. Sonaron como una amenaza. Su voz, aquel tipo de amenazas, aquella sonrisa escalofriante, toda aquella gente. Aquello te resultaba familiar, demasiado familiar.

Entonces el semioriental hizo un gesto con la mano. El samurai cogió a la niña que Karel llevaba en brazos y todos menos él se fueron andando tranquilamente. Pasó un minuto hasta que os quedasteis a solas. Karel, Yoko y tú.

Tu enemigo extendió la mano hacia ti y sonrío.

Ven con nosotros Phiros y recordaras quien eres, recuperaras todo tu potencial y de nuevo tendrás un puesto entre nosotros. ¿Qué me dices?

¿Ir con aquellos extraños y recuperar mis recuerdos? Era tentadora la idea pero...Algo gritó en mi mente tratando de salir como un torrente irremediablemente bloqueado. Cada vez que miraba a los ojos a Karel un nuevo torrente de sensaciones recorría mi cuerpo. No algo en mi instinto reaccionó. No es una buena idea... podría acabar con todo esto de una vez pero hay algo en todo esto que me da verdadero pánico...y no es Karel...

No. Recuperaré mi memoria Karel, pero no voy a recurrir a ti. Aun no voy a vender mi alma por esto Di media vuelta y empecé a andar, llegué hasta Yoko. Entonces si que la miré a los ojos... No merece la pena Yoko, nada de esto la merece. Si te lanzas a por el te ayudaré, pero lo mas probable es que nos mate. Y mereces algo mejor que torturarte a ti misma tratando de matar a este ser despreciable. Me giré nuevamente y miré a Karel una vez mas Lárgate de aquí, Karel, no tienes ningún motivo para quedarte, y ya he dejado claro que no voy a aceptar tu oferta.

Solo quedaba una cosa por hacer: esperar.

Como quieras Phiros, si es tu decisión convertirte en nuestro enemigo... No seré yo quien te lo impida. Sayonara.

La última palabra la dijo en un lenguaje extraño que no habías oído en tu vida. Pero, sin saber porque, entendiste aquella palabra a la perfección. "Adiós"

Karel se giró sin siquiera preocuparse por si le atacabas por la espalda o intentabas algo. Comenzó a andar despreocupadamente hasta que entro en la maleza de Gehena y desapareció como si nunca hubiera estado allí.

Yoko cayó de rodillas, te agachaste al momento para ayudarla a incorporarse pero pensaste que sería mejor solo hacerle compañía. Estaba llorando y su pequeño cuerpo se convulsionaba por el llanto. Sentiste ansías de preguntar, de preguntar si ella te conocía, de porque te había ocultado aquello, pero no era el mejor momento. Si es que había un buen momento para ese tipo de cuestiones.

El pueblo se había quedado en silencio, la gente se había encerrado en sus casas y no parecía que fueran a salir hasta la mañana siguiente. Algo llamó tu atención, era la anciana, te hacía gestos desde la puerta de su casa. Probablemente quería que os resguardarais, pero tu compañera seguía en el suelo, llorando.

Me arrodillé junto a Yoko, estaba destrozada y lo entendía. Pero al menos seguíamos vivos. Mis preguntas tendrían que esperar. Estuve allí unos minutos haciendo caso omiso a las señas de la anciana. No se si he hecho bien negándome a mi mismo la oportunidad de recuperar mi pasado, pero ahora poco puedo hacer. Todo lo que deba saber tendrá que decírmelo Yoko, estoy convencido de que sabe mas de lo que me ha contado pero… Al final supuse que lo mejor era refugiarme en casa de la anciana. Traté de hacer que Yoko se incorporara y andara un poco. Después hablaría con la anciana, tal vez podría contarme más de Karel, y de Yoko.

No entiendo, si sabía quien soy, porque tendría que ocultármelo. Puede que pensase que si recordaba que era un secuaz de Karel trataría de detenerla, o tuviera que matarme. Puede que simplemente quisiera utilizarme contra Karel… No es algo de lo que deba preocuparme. Tendría que quedarme más de lo esperado en la aldea. Sobretodo en el estado en que se encontraba Yoko. Entonces estaba seguro. Si quería resolver el rompecabezas tendría que dar solución a todas las dudas que me habían surgido entorno a Karel, sus compañeros y sobretodo de Yoko. No había otra solución: La respuesta a mis preguntas pasaba por encima del cadáver de Karel o de la sumisión absoluta a sus deseos.

Moth, Bosque de Gehena, 30 Mayo, 10:00 AM


El sol resplandeció por la pequeña ventana con que contaba la habitación. Abriste los ojos y te retorciste en el suelo bastante incomodo. Habías tenido que dormir sobre la dura y sucia madera porque solo había una cama para invitados y esta, evidentemente, estaba siendo usada por tu compañera.
Recordaste súbitamente todo lo sucedido la madrugada anterior y te levantaste de golpe. Yoko dormía, tenía el pelo despeinado echado por encima de la cara y estaba acurrucada en las mantas, hecha un ovillo. Había pasado muy mala noche, la gran mayoría del tiempo se lo había pasado llorando... era mejor no despertarla por ahora. Pero tu estomago rugía.

Saliste por la puerta de la habitación para toparte con e salón. Una mesa, cuatros sillas y un intento de cocina era todo lo que había. El cuarto de la vieja estaba al lado del vuestro, pero no habías tenido ocasión de verlo, y el baño... supusiste que o había una letrina comunal o cada uno se buscaba la vida en el campo.

La anciana te sacó de tus pensamientos, se encontraba en la cocina preparando algo en una sartén sucia y estropeada. Olía a huevos y carne. Tu estomago te dio su aprobación esperando que lo llenaras. Te dirigiste hasta la mesa y tomaste asiento.

Buenos días chico. Enseguida estará el desayuno. Que mal lo que sucedió anoche, supongo que Yoko aún no querrá levantarse... bueno, la comprendo.

Anoche...lo recordaba: Karel, Yoko... Mis recuerdos eran algo confusos, pero sabia que había pasado Yoko... no había tenido otra salida. No quedaba mas remedio que asumir que aun no estábamos preparados para enfrentarnos a el.

Buenos días chico. Enseguida estará el desayuno. Que mal lo que sucedió anoche, supongo que Yoko aún no querrá levantarse... bueno, la comprendo.

Me senté en una de las sillas, frente a la mesa, esperando el desayuno, y decidí que aquel era el mejor momento para abordar a la anciana a solas.

Señora ¿quienes son Karel y sus secuaces?¿ Porque Yoko ansia tanto acabar con ellos? perdone si estas preguntas no le gustan, pero debo saberlo, por mi y por ella.

Si atendía a lo poco que sabía de la gente de Moth no era fácil que fuera a responderme. Pero tenía que intentarlo y rezar para que se atreviera a contestar.

¿Realmente porque haces esto? No se trata de recuperar tu memoria, no...¿a caso has encontrado algo más importante que eso? No era tan malo Hauffman, después de todo. En la aldea me aceptaron como uno más. Siempre fui como parte de aquella gran familia. Y aun así emprendí este viaje sin rumbo para recuperar mis recuerdos, incluso a pesar de que las posibilidades eran mínimas. Pero incluso así partiste. Y cuando te encontraste con Yoko no dudaste en acompañarla a pesar de ser una completa desconocida. ¿Será cosa del destino?¿O simplemente sentías que ya la conocías?

¿Quién sabe? Simplemente tenia que ser así

Harold Frey escribió:

Señora ¿quienes son Karel y sus secuaces?¿ Porque Yoko ansia tanto acabar con ellos? perdone si estas preguntas no le gustan, pero debo saberlo, por mi y por ella.

La anciana dejo de lado la espátula con la que removía los huevos. Apoyó sus arrugadas manos en la encimera, como si le costara mantenerse en pie. Supusiste que tus preguntas no le habían gustado nada, que le afectaban más de lo que parecía. Desde luego ella y Yoko tenían que tener un vinculo muy especial.

Finalmente la anciana comenzó a hablar, sin darse la vuelta.

Karel es... Por lo poco que sé, pues Yoko nunca ha querido hablarme mucho del tema, es un hombre malvado. Mi niña lo lleva persiguiendo mucho tiempo, alguna vez me ha contado como ha logrado hacerle frente... pero ese mal nacido la deja con vida, solo para ver como ella vuelve a levantarse y a perseguirle inutilmente. Da la sensación de que disfruta con ello. He intentado disuadirla miles de veces, pero su determinación es demasiado grande, ella no piensa rendirse y seguirá persiguiendo a Karel. Sus motivos me son desconocidos y la verdad es que no hablamos mucho sobre ello... cuando se pasa por aquí prefiero hablarle de otras cosas. Contarle como va el campo, como avanza la aburrida vida del pueblo. Se que a ella le interesan esas cosas, pues es como le gustaría vivir, pero no podrá hasta que ese asesino caiga bajo su espada.

Por un momento la mujer dejo de hablar y comenzó a servir los huevos en varios platos. Cogió uno y te lo extendió en la mesa junto con un tenedor y una hogaza de pan. Tenía una pinta deliciosa.

No la entiendo, ni la entenderé nunca. No se que le hizo ese hombre, pero... debió de ser grave pues no vive para otra cosa. A mí me conoció en uno de sus interminables viajes y, desde entonces, se ha pasado al menos una vez al año por aquí para visitarme. Supongo que es porque Karel pasa mucho por Gehena... si no, no vendría ella...

No ha dicho nada que me sirva...Le preguntaré a Yoko cuando despierte

Tomé el desayuno con calma y en silencio. No estaba de humor para tratar de averiguar mas cosas. Simplemente quería estar a solas con mis pensamientos un rato. Tras terminar con el desayuno de la anciana decidí que no podía estar encerrado entre las cuatro paredes de la casa a la espera de que despertara Yoko. Me levanté y me dirigí a la puerta con mi bandolera al cuello y el hacha con la que corté leña el día anterior Voy a dar un paseo...

Aquella aldea parecía de repente gris, como todo el bosque. Se respiraba en el aire un ambiente triste y melancólico, tal vez la añoranza de un tiempo mejor. Ni siquiera la luz del sol parecía aliviar aquella atmósfera. Anduve entre las casas del pueblo hasta que decidí apartarme. Mas allá estaban las tierras de cultivo...y el bosque.

Es peligroso, pero exploraré un poco

Me adentré en los campos, hasta llegar al linde de la foresta. Respiré hondo y di un paso al frente. No me alejé mucho, de hecho trataba siempre de poder ver las tierras de cultivo de la aldea a través de los árboles. Finalmente encontré un sitio interesante. Era un pequeño claro, prácticamente al lado de los limites de la aldea. Apartado y a la vez no muy entrado en el bosque: era perfecto. Había una gran roca en la cara norte del claro, a la sombra de un gran roble. Me acerqué y dejé mi bandolera en el suelo. Bien ahora el segundo paso...
Solo faltaba cargar algunas rocas y piedras, que dejé en el centro, y preparar las dianas. Recogí trozos de madera más o menos anchos y preparé unas cuantas dianas con el hacha y un cuchillo. Una vez estuvo todo listo me preparé para hacer la prueba...

Si he de enfrentarme a Karel tengo que dominar mis poderes, de lo contrario no tengo nada que hacer Empecé el espectáculo... Concentré mi fuerza de voluntad en lanzar la primera roca. Contra una de las dianas que dispuse por el claro. Luego otra, hasta que quedara exhausto.

Siempre las mismas incógnitas que parece que nadie quiere o puede responder... ¿Que significa este circulo? Karel, Yoko, yo, mi amnesia... fragmentos de la voluntad de los dioses o de la fortuna que se entrecruzan. Pero el rompecabezas sigue igual. Si Karel se mueve por Gehena ha de tener una base en algún sitio, un lugar donde pueda descansar. Ha de tener un punto débil, algo con lo que atacarle. Pero si Yoko no me dice mas cosas sobre el y sus secuaces poco podré hacer. Si no me dice si realmente sabia desde el principio quien era... Una roca más daba en el blanco. Aun así sigo sin saber exactamente que motiva a Karel ¿a que demonios se dedica? El ultimo proyectil falló, me había quedado sin nada que proyectar.

Unas cuantas gotas de sudor perlaban tu frente. El entrenamiento había sido duro, pero más tu mente que trataba de devorarte en aquel mar de negrura que era tu pasado. Demasiadas preguntas te asaltaban sin descanso y la única solución era lanzar piedras contra aquellas dianas improvisadas. En fin...

Respiraste tranquilamente mientras te acercabas a tus piedra y empezaste a recogerlas. Sería mejor volver a lanzarlas, seguir apartando tu mente de todo aquel asunto. Aunque en realidad solo servía para pensar más en ello. Un leve rugido se escapó de tus labios. Los tiempos en Hauffman habían sido mejores, más calmados, sin todos aquellos líos. Empezabas a pensar que salir de viaje para recuperar tus recuerdo había sido un error. Y entonces algo salió de entre los árboles, te giraste alerta... era Yoko. El corazón te dio un vuelco. No todo había sido tan malo.

La oriental te observaba con la mirada perdida. Vestía su kimono y llevaba la katana al cinto. Todo aquello te resulto bastante raro.

Lo siento... susurró. No quise involucrarte en todo esto.

Ella avanzó unos cuantos paso, hasta un tocón que había en el claro, probablemente por la actividad leñadora del pueblo. Se sentó cabizbaja y con las manos entrelazadas.

Un viento frío sopló entre los árboles.

¿Qué quieres saber?

¿Qué quieres saber?

Acabé de recoger las piedras y de colocar una vez más las dianas en su lugar. Una vez más estaba en el centro del claro. Dejé por unos segundos que el viento se estrellara contra mi cara, y dejé la chaqueta de piel que me acompañaba desde el inicio de mi viaje a un lado. Empecemos a resolver el puzzle...

Bien...¿quien es realmente Karel? Hice un gesto con la mano, y la primera roca salió disparada, destrozando totalmente la primera diana.

¿Que es exactamente lo que pretende? otra roca se proyectaba y una diana mas caía hecha añicos..

¿Que tienes que ver con el? Un tercer proyectil daba en el blanco, destrozándolo completamente.

¿Realmente porque quieres matarlo? otra roca que se estrellaba contra la diana.

Tomé una pausa, respiré hondo y me dispuse a la ultima pregunta, la que para mi era mas importante.

¿Porque me ocultaste el que Karel me conociera, el que tu misma supieras quien era antes de que empezara todo esto? Una ultima roca salió disparada a un gesto mió, y la ultima diana sufrió el impacto.

Me relajé, no iba a usar más mi voluntad por aquel día. Recogí la chaqueta y me tumbé en la enorme roca de la cara norte, a la sombra del roble. Rebusqué en mi bandolera en busca del odre. No estaba. Vaya, menuda mala pata. Olvidé recogerlo el día que nos encontramos. Pero encontré otra cosa muy distinta...Era aquel maldito anillo. El que denominé en su día como anillo esqueleto tenia una definición incorrecta, más bien era el anillo del halcón. Era totalmente plateado, casi blanquecino, y tomaba forma de un ala de pájaro que se transmutaba en la garra de un ave, que sostenía una perla. Era realmente bonito. No sabia porque, pero era lo único que tenia cuando desperté en Huffman. Lo saqué y empecé a juguetear con el hasta que Yoko me respondiera

Avasallaste con tus preguntas a tu compañera. Lo cierto es que no podías evitar sentirte culpable por formular tantas preguntas cuando aún no se había recuperado de lo de ayer, era evidente en sus ojos. Pero necesitabas tener respuestas por encima de todo. Ella suspiró y comenzó a contestar.

Karel es un joven que un día mi padre trajo a casa... decía que le tratara como a un hermano... tragó saliva y desvió la mirada, era evidente que le costaba hablar de aquel tema, de hecho fue directa a tu segunda pregunta. No sé lo que pretende, solo sé que deshonro el honor de mi familia, los Kawamura. Y a mi, como única hija, me tocó vengarme de él para restaurar el honor perdido. Lo cierto es que jamás quise aceptar ese encargo... pero cuando quise darme cuenta, me había enamorado de él. Así que entrene como una loca y cuando estuve preparada me lancé en su búsqueda. No sé como, pero el tiempo que pasamos juntos creamos un vinculo demasiado especial. Tanto que puedo notar donde esta. Sé, en todo momento, hacia donde debo dirigirme para encontrarle. Llevo persiguiendole ya mucho tiempo. Quiero restaurar el honor de mi familia... y cumplir por una vez lo que me he propuesto.

Por otro lado, no te oculte que Karel te conociera. No conozco a todos los que le siguen. Te dije que me resultabas familiar, ahora sabemos de que... aunque no tengamos ninguno de los dos demasiada idea. Pero dime Harold ¿Continuaras conmigo? ¿O te marcharas?

Tu mente era un reguero de pensamientos descontrolados. Te costaba ordenar tanta información de golpe. Ibas a tener que poner tus ideas en orden antes de contestar a las preguntas.

¿Continuaras conmigo? ¿O te marcharas?

Dejé de juguetear con aquel anillo, resquicio de un pasado que no se dejaba ver.
Siempre es el maldito Honor Me reincorporé. Tenia que asimilar toda aquella información, así que decidí que me iba a relajar. Bajé de la roca de un salto. Estaba hecho un desastre, sucio por el largo viaje y cansado por las horas de entrenamiento... No tenia ganas de pensar en todo aquello, por el momento. Eran demasiadas cosas y demasiadas preguntas por responder aun. Ni siquiera me apetecía responderle aun a Yoko, aunque yo al menos no dudaba en nada mi respuesta. Lo único que quería era descansar un poco, y si era posible lavarme.

Recogí mis cosas tranquilamente; la chaqueta de piel y la bandolera, y me dirigí a Yoko...
¿Donde hay un río?

Yoko te observó por un momento. Su rostro quedo compungido por la pena. Se levantó del tocón y te clavó la mirada por unos segundos. Retrocediste un paso ante la cantidad de rabia que destilaba su mirada. Desenvainó la katana con un gesto tan veloz que apena pudiste verlo. Sin que te dieras cuenta unos mechones de tu pelo cayeron lentamente hasta tocar el suelo. Abriste mucho los ojos y observaste que la katana pasaba rozandote el hombro, pero no había causado ningún daño.

Por allí hay un río dijo ella, su voz denotaba que estaba mosqueada. Adiós Phiros.

Escupió las últimas palabras y se dio la vuelta envainando su arma. Sus pasos eran rápido y fuertes. Te quedaste perplejo allí plantado. Si querías alcanzarla aún estabas a tiempo. O si pretendías dejarla ir y marchar al río ya sabíais donde estaba.

Tirada de potencial psíquico por lanzar presa telequinetica: 100+94+38=232 Fuerza 12
Tirada de proyección psíquica: 100+35=135

Sencillamente estaba furioso, lancé toda mi rabia contra ella, pero sin hacerle daño. Una vez mas la había paralizado con mi voluntad…Controlo estos poderes de forma muy rápida…… La miré directamente a sus ojos, aun llenos de furia, y le quité su espada. La dejé atrás, allí sin poder hacer nada. Cuando llegué al linde del claro me giré…

Yo no soy Phiros, ni soy un secuaz de Karel. Soy Harold Frey y no entiendo como puedes pensar que iba a dejarte plantada. Ve y caza a Karel tu sola si puedes…Me adentré en la espesura camino de la aldea, al toparme con unos campesinos me llevé uno de sus odres de agua y seguí el camino. Solo, una vez mas… Paré un segundo, y recapacité. Entonces decidí que haría. Anduve directamente, sin rodeos, hasta llegar a la casa de la anciana. La pobre estaba allí con sus quehaceres. Ni le di tiempo a hablar. Cuando vuelva dale esto a Yoko, y dile que me he marchado a buscar a Karel en dirección al norte… Si quiere alcanzarme que sepa que dirección he tomado, y si quiere seguir su caza ella sola…que así sea. Dejé la espada sobre la mesa, y sin saber muy bien porqué, dejé también mi anillo, el que me acompañara desde mi “despertar”. Antes de salir de la casa no pude evitar mascullar entre dientes…Te mataré Karel…Lo juro

Así nunca recuperaras tu pasado imbecil…
Pues entonces destruiré todo aquello que tenga que ver con el…

Tal como le dije a la anciana marchaba hacia el norte, a las profundidades de aquel bosque maldito, a una muerte segura o a la promesa de ver todos mis sueños cumplidos… A fin de cuentas poco tenia ya que perder salvo la vida.

Avanzaste en la soledad del bosque. Te internaste entre la espesura, entre los árboles muertos que se retorcían para acariciarte con sus huesudas garras. Con rabia apartaste las ramas con un fuerte golpe de brazo. Tu cabreo hacía que caminaras rápido, sin pensar, sin estar alerta. Todas aquellas cosas podían hacer que acabaras muerto en Gehena. Pero te daba igual. Una única cosa golpeaba tu mente, matar a Karel, pero antes de ello sonsacarle por la fuerza quien eras.

¡¡Aggh!! Te detuviste y te agarraste la cabeza. Te dolía demasiado, tanto pensar... habían pasado demasiadas cosas en poco tiempo, demasiado para poder asimilarlo todo. ¡Quien te había mandado irte de Hauffman! La vida ahora era demasiado vertiginosa, demasiado complicada. El dolor crecía en el interior, estaba a punto de estallar. ¡¡Tenías que haber seguido los consejos de la gente!! No siempre es bueno perseguir el pasado, si olvidamos es por algo... todas aquellas palabras resonaban en tu interior, martilleandote con insistencia.

¡¡AAAAGGGHHHH!!

Brooom

De pronto se hizo el silencio en el bosque.

Pasaron unos segundos hasta que abriste los ojos. Todos los árboles de tu alrededor en un área de 3 metros habían caído. Estaban esparcidos por el suelo, tirados sobre los troncos colindantes. Todos habían sido arrancados de cuajo. Observaste por un momento tus manos sin saber muy bien que hacer. Nunca... nunca habías logrado hacer algo así... algo tan... destructivo. Tu cabeza empezó a dar vueltas. Pero no le permitiste ir a más.

Diste un fuerte puñetazo a un tronco y continuaste tu camino a través de la nada. De nuevo la maleza oscura te arropó entre sus garras.

Puede que este sea mi castigo por algun crimen que no recuerdo, puede que, sencillamente todo esto sea el castigo de los dioses por la insolencia de otra persona que era yo, pero sin serlo. En el fondo, si suponemos que era complice de Karel, es probable que simplemente me lo merezca

¿Y crees que la redención llegará matando a Karel? Siempre mi alter ego, en mi mente, increpándome y estorbando...
La verdad...ni lo pretendo ni estoy seguro de desearlo...

La rabia dejó paso a la tristeza y la melancolía. Poco a poco dejé que los sentimientos del bosque me absorbieran también a mí. Una broma macabra del destino era aquella. Cuanto más creía acercarme a mí pasado mas lejos me encontraba de la verdad...
Un hombre sabio me dijo que para encontrar aquello que ansiamos primero debemos dejar de buscarlo, y en aquel momento fue lo que hice. Encontrar mi pasado ya no debía ser mi prioridad. Ahora solo deseaba la cabeza de Karel en una bandeja. Para ello debía ser mas fuerte, mejor dicho, debía recuperar mi fuerza... aquella que casi destrozó el bosque y a mi cuando partí de la aldea de Gehena.¿Que había sido aquello? Poder en estado puro, si, pero ¿podría repetirlo en el momento adecuado?

Seguiste avanzado entre la espesa maleza. Poco a poco te internaste en una noche artificial creada por las ramas que se entrelazaban como si de manos huesudas se tratasen. El viento era frío e inquietante, parecía que te susurraba cosas al oído, como si quisiera hablarte... como si quisiera que te internaras más en aquella tumba. No pudiste evitar dar una vistazo a tu espalda... la maleza era demasiado espesa, era imposible volver.

Solo quedaban dos opciones: encontrar a Karel o dejar que el bosque te devorara. En cualquiera de las dos, salías ganando.

Moth, Bosque de Gehena, 30 Mayo 21:45 PM

En aquella maleza negra el tiempo no existía. Era como si, por más horas que andaras, nunca fueras a llegar a ningún sitio. Estabas ya hastiado y exhausto de tanto caminar, pero la rabia no te había dejado pararte. En cambio ahora, otro gallo cantaba. El hambre apretaba y el ambiente era agobiante. Decidiste buscar algún sitio donde cobijarte para poder estar cómodo.

Tirada por Buscar: 40 dado + 25 base = 65

Lo más seguro que encontraste era un pequeño hueco que había en un tronco, a ras del suelo. Te intentaste acomodar en él, si es que algo podía ser confortable en aquel maldito bosque. Diste un trago a tu odre y rebuscaste en tu bolsa hasta encontrar los frutos secos. Te comiste unos cuantos. Y de pronto, por si nada podía ir peor, un rayo estalló en el cielo y una terrible tormenta comenzó a arreciar. Los goterones te resbalaban por el rostro y te empapaban el pelo.

No parecía que la tormenta fuera a amainar.

Genial, ahora se pone a llover... Por lo poco que sabia del tema, estar al resguardo de un arbol en plena tormenta no era sano, pero enfin ¿a quien le importaba? con algo de suerte caeria un rayo y tendria una bonita hoguera donde calentar mis entumecidos huesos...una hoguera. Mi rostró se iluminó. Para que demonios esperar a que la condenada tormenta tuviera a bien de prenderle fuego a un arbol? Reuní varios leños aqui y allá, bastante mojados, evidentemente, pero eso no importaba. Los amontone frente a mi refugio y preparé lo que iva a ser mi hoguera psiquica

Tirada por potencial psiquico:100+88=188 7 intensidades maximo

Pan comido, cree con mi don una pequeña hoguera empleando como combustible la leña recogida. Al menos no pasaria tan mal la noche,y si el fuego se descontrolaba...mejor todo el maldito bosque y lo que hubiera dentro se iria al infierno...

Mañana será otro dia...¿pero como definir el mañana si en este bosque no se ve la luz del sol? Permanecí en mi refugio improvisado con una precaria hoguera y so riesgo de morir electrocutado, que remedio. Al menos podia disfrutar del sonido repiqueteante de la lluvia. Aquel sonido era como un unguento que curaba los males del alma. Algo me vino entonces a la mente, algo sobre cierto dia en alta mar...Dios está en la lluvia Sonreí al recordar las palabras del viejo cura Rodrick, aquel cristiano de alta mar, santurron y sabio como pocos...

Los mares del norte son sin duda los más hermosos de Gaïa. Son de un gris indómito, como la piel de un gran cetáceo que se resiste a ser cazado por los viles hombres. Son caprichosos como la dama de más alta cuna. Y vengativos como una banda de Frostkolier enfurecidos. Los mares del Norte también tienen los cielos más hermosos de todos, plagados de estrellas, grandes héroes del pasado que hoy luchan junto a los dioses. Pero aquel día no era el cielo estrellado lo que esperaba a los marineros del Dragón. Les esperaban nubarrones de una tormenta como pocas se habían visto en todo el año.

El Drackar avanzaba a toda velocidad, como un ave mas que surcar el mar lo sobrevolaba con la fuerza combinada de su enorme vela y sus remeros. Harold, por suerte estaba exento de remar, para algo había embarcado como hijo adoptivo del líder de la aldea de Akureyri. A su lado viajaba un hombre viejo, enjuto y con una larga barba, que le daba un aspecto de hombre sabio. Vestía un viejo hábito cristiano raído.Se dirigió a Harold con una sonrisa...¡Dios nos pone a prueba hijo!A Harold le importaba mas bien poco aquella afirmación pero tampoco tenia nada mejor que hacer a parte de hablar con el viejo cura…¡Eres muy optimista para ser un cura cristiano ¿no?! Trató Harold de gritar por encima del estruendo del viento…Hombre la fe nos obliga...La tormenta estaba casi encima, se oían los rayos caer y perforar el mar sin éxito…¡La fe no nos sacará de aquí padre! Curiosamente Harold estaba de bastante buen humor y sorprendido de cómo había llamado al viejo “padre” No tenia mucha lógica aquel adjetivo, pues nada tenía que ver con su familia. Era curioso. Las tribulaciones de Harold se vieron interrumpidas: había empezado a llover.
JAJA ¡Hijo mío recuerda esto: dios esta en la lluvia!La potente voz del sacerdote se dejó oír por todo el barco, a pesar del furioso viento y el estruendo de la tormenta. ¡Entonces dios se esta muriendo!
Harold no esperaba una reacción tan amable de un cristiano.¡Pues mira a lo mejor tienes razón!Dijo el cura con sorna. Aquello no tenía sentido, una enorme tormenta en alta mar y los dos pasajeros hablando tranquilamente. Harold quedó callado un instante.¿¡Como os llamáis!? La respuesta no se hizo esperar… ¡Soy el Padre Rodrick hijo, de la orden del santo vengador Gabriel…!

El recuerdo de aquel viejo cura cabeza loca resultó una agradable forma de atenuar aquella noche tan negra que me esperaba. Como podia haber olvidado tan valiosa leccion que me enseñó aquel viejo:Cuando peor van las cosas con mas energia hay que tomarselas... Bendito viejo loco...