En la Posada [Kalenden y Serghei]

Moth, Orgajandh, 24 Mayo, 21:00 PM

Celina tenía en la cocina una cesta de mimbre enorme llena de maderos, herramientas y clavos. Durante varías horas os dedicasteis a tapiar todas las puertas y ventanas del edificio. Finalmente, cuando todas las posibles entradas estaban cerradas, dejasteis a Myrrh salir del cuarto. La chiquilla parecía bastante feliz y se mostró juguetona y curiosa. Os hacía preguntas sobre Gaïa, sus misteriosas tierras y sobre vuestras aventuras de tiempos pasados. Fueron horas amenas pero la sombra de Karel era demasiado larga como para que pudierais mostraros realmente distendidos. Todos respirabais la tensión del momento excepto la niña, dulce inocencia infantil.

Se hicieron las nueve de la noche y Celina había preparado un modesto banquete compuesto por jamón, queso, pan y varios embutidos traídos de otras tierras. Como bebida había sacado el mejor vino que tenía en las bodegas. Estaba dispuesta a pasar su última noche a lo grande.

Chicos dijo la posadera levantando su copa Me alegro mucho de haberos conocido, si esta noche viene Karel…espero que al menos no salga indemne. Y quien sabe, quizás esta noche acabemos con la leyenda oscura.

Las palabras parecían alentadoras, pero había que ser realista. Si de verdad aparecía Karel…Solo tendríais un cincuenta por ciento de posibilidades de sobrevivir. Todo dependía de elegir cara o cruz.

Mientras la posadera esperaba que brindarais con ella.

Al terminar de tapiar todas las entradas y salidas no pudo sino sorprenderme. Habíamos tardado mucho más de lo que había imaginado para colocar 3 maderos por ventana y unos cuantos más en las puertas. Al menos como recompensa por el esfuerzo cenemos algo que difería totalmente en la comida que me había puesto Celina. Desde luego eso de que la gente se guardaba lo mejor para si mismos era cierto en el caso de la posadera. Durante la charla con Myrrh asistí divertido por como Kalenden le tocaba inventarse esos "relatos heroicos" lo cual supuse que no la haría mucha gracia, pero por el ambiente en el que estábamos pese a la situación creo que le ayudará a perdonarme.

Si me lo permites, prefiero brindar porque mañana salga el sol y podamos disfrutar de un dia soleado. Tambien brindo porque los pequeños proyectos que tenemos entre manos lleguen a buen puerto. Prefería no llamar al mal tiempo y esperar pasar una noche como otra cualquiera sin la participación de Karel y su macabro juego.

Terminado el trabajo y tras varias horas de responder curiosas preguntas, algunas con verdades la mayoria con molestas mentirijillas piadosas, llegó la hora de cenar. Para gentes acomodadas quizás hubiera sido una comida modesta, pero para alguien de mi calaña parecía un festín digno de reyes. Aunque la siniestra leyenda seguía rondando por mi cabeza, aquello la hacía mucho más soportable.

"Nada de comida rancia saqueada como es costumbre. Pan, queso, embutidos y vino. Jeje, esta noche vas a darle una buena alegría a tu tripa, bribón."

Con una sonrisa de oreja a oreja, agarrré una buena locnha de jamón y me la comí con ganas mientras escuchaba primero a Celina.

Yo por mi parte, esperaba poder cortarle unos cuantos dedos o chamuscarle un poco el trasero a Karel, pero si era un gran espadachín como dijo Gabriel no veía muy posible una victoria. Seguramente estaba emparanoiado, pero ya tenia inscrito en al cabeza que ese tipo iba a venir con su monedita y yo nunca me batía con verdaderos adversarios si podía evitarlo. Lo mío era asaltar a viajeros desprevenidos, no enfrentarme a guerreros experimentados... daba igual. Ahora no era hora del pesimismo, si pensabamos en que no podíamos nunca lograríamos sobrevivir siquiera. Levanté mi copa para brindar con Serghei. Bebí, cogí más jamón y, tras comer y llenarme la copa, levanté la levanté para proponer yo mi propio brindis.

-¡Ahora yo propongo que brindemos por La Sal, la mejor posada de todo Gaia! -dije alzando la voz, y realmente aquel era el primer lugar en el que se sentía agusto en mucho tiempo- ¡Y por las dos encantadoras señoritas que la llevan! -añadí mientras miraba a Celina y a Mirrh.

"Aún queda gente buena en el mundo, al parecer. Si sobrevivo a esta noche puede que me replantee varias cosas"

Celina chocó su copa con Serghei tras su proposición. Estaba sonriente, más de lo que acostumbraba. No podíais adivinar si era para que nadie perdiera la esperanza o más bien porque ya la había perdido completamente y prefería pasar su última noche sin lamentaciones. O quizás no quería asustar a la pobre Myrrh. La chiquilla estaba sentada en una silla al lado de su madre adoptiva, parecía contenta y feliz de estar con vosotros y haber podido salir de la habitación.


Entonces Kalenden alzó la copa y habló.

-¡Ahora yo propongo que brindemos por La Sal, la mejor posada de todo Gaia! -dije alzando la voz, y realmente aquel era el primer lugar en el que se sentía agusto en mucho tiempo- ¡Y por las dos encantadoras señoritas que la llevan! -añadí mientras miraba a Celina y a Myrrh.

Por unos segundos las dos chicas se le quedaron mirando, la posadera fruncía el cejo extrañada, la niña sonrió tímidamente y se sonrojó. Aquellas palabras tan amables y alegres extrañaron hasta a Serghei.

Myrrh fue la primera en alzar su pequeño vaso de agua e intentar alcanzar el de Kalenden estirando su bracito. Enseguida Celina la imitó.

Por La Sal dijo la posadera.

Tras el brindis de Kalenden pensé que no aguantaba muy bien el alcohol, era cierto que apenas lo conocía, pero no era una persona que se soltase tanto. ¿Estaría afectado por lo de Karel o era el vino?

Volví a alzar la copa para brindar por la posada y comencé a comer. El hambre que tenía esta mañana había sido apaciguado por la comida, pero con esto no solo mataría el hambre, sino que me llenaría bastante, que era lo que no había hecho en años. ¿Cuantas veces tiene uno la oportunidad de comer tanto de una sentada y además tambien? Sin duda los nobles y los curas de las iglesias principales. Pero no era momento de pensar en cosas complicadas, sino de disfrutar de la comida, la bebida y la compañía. Por lo que a eso me dedico.

Moth, Orgajandh, 25 Mayo, 23:59 PM


La cena había terminado hacía ya una hora, las conversaciones habían acabado y el fuego casi se había extinguido en la chimenea. La tensión podía respirarse en el ambiente, casi podíais oír los latidos de vuestros corazones golpeteando contra el pecho. Todo aquello iba a acabar por volveros locos.

Celina estaba en pie, caminaba de un lado para otro e intentaba avivar el fuego de vez en cuando. Myrrh seguía en su silla con las pequeñas piernas cruzadas y las alas replegadas a su espalda. Su sonrisa se había esfumado, ya no estaba jovial ni animada, la tensión del ambiente le había afectado igual que al resto.

Pasó un minuto. Todo ocurrió muy rápido.

Primero el fuego se apagó de golpe. La oscuridad se apoderó de la posada, os levantasteis de vuestros asientos armas en mano. La adrenalina comenzó a golpetear vuestras sienes.
Luego oísteis unos pasos y una espada desenvainándose en la oscuridad. Luego…todo quedó en silencio.

Alguien hablo desde las sombras.

Buenas noches.

Todos se habían sorprendido mucho por mi comentario, cada cual a su manera. ¿Tan incapaz de ser abierto y amable me veían? ¿Así era como el mundo esperaba que fuera, parco en palabras y tan desagradable como pudiera? Aquello era confuso, por una vez que me mostraba agradable me miraban extrañado... Daba igual, era una reacción normal teniendo en cuenta mi manera de ser habitual, no era culpa suya. Aparté aquellos pensamientos de la cabeza.

No debí hacerlo. Sustituyendo esos pensamientos llegaron los de Karell. Mi corazón volvía a palpitar a cien, apenas había luz y el silencio reinaba en la sala. Todos nos temíamos lo peor y entonces... oscuridad.

"¡¿Qué demonios?!"

Tenía el hacha bien agarrada, lista para cortar cabeza y evitar que cortaran la mia. Oí unos pasos, luego el susurro del acero al despertarse y luego... la voz.

Buenas noches.

Mierda...

-¿Quién anda ahí?

No sé porque hize esa pregunta, todos conocíamos la leyenda y todos sabíamos quien había hablado. Supongo que aún me aferraba a la posibilidad de que pasara igual que con gabriel y fuera una falsa alarma.

Me hubiese gustado decir que estaba preparado. Había pensado en el tema y teniendo en cuenta que esta era una construcción más en el pueblo, aún podíamos pasar por las decenas o centenas de personas que tan solo podían sospechar de que la leyenda de Karel fuese un mito pese a los 4 cadáveres al año.

Pero maldita sea mi suerte de golpe el fuego se apagó como si ya no le apeteciese seguir encendido. Unos pasos resonaron por la madera donde antes no había nadie y el sonido de una hoja perezosa que abandona su hogar para convertirse en una portadora de muerte. Para ponerle la guinda al pastel nos saluda.

DJ escribió:Buenas noches

Mi primera reacción era preguntar quien era, pero ese tono de voz no lo olvidaría tras escuchar su leyenda. Trate de ser un mero espectador y esperar al momento oportuno, por lo que aproveche la oscuridad para ocultar mi presencia esperando que sirviese de algo y quizá en algún momento poder sacar ventaja de ello.

Tirada por ocultarse de Serghei: 9 + 40 = 49

Tirada por advertir de Karel: Secreta

Una risa lenta y ominosa resonó por las paredes de la sala. Tras ella todo quedó en silencio de nuevo…

¿Quién soy? Comenzó aquella escalofriante voz…la voz de un asesino sin piedad. Yo soy el caos, soy la suerte y el azar, la libertad, el que rompe las cadenas y los yugos…pero me conoceréis como Karel.

Karel… dijo tímidamente la voz de Myrrh desde la oscuridad.

Hola pequeña, veo que te acuerdas de mi.

Aquellas enigmáticas palabras os sirvieron para confirmar que, probablemente, había sido el asesino quien le había contado la leyenda a la niña en el cementerio.

Maldito enfermo ¡Acaba ya con esto! Era Celina la que había gritado.

De nuevo silencio. Alguien abrió una bolsita y se oyó el tintineo que hacen las monedas al chocar las unas con las otras. La bolsita se cerró.

Que empiece el juego. Tú, el del hacha estaba claro que se refería a Kalenden, aunque no podías verle te imaginabas la sádica sonrisa que había dibujada en su rostro. ¿Cara o Cruz?

Una moneda fue lanzada al aire.

¡¿Yo?! ¡¿Porque yo?! ¡Oh, maldita sea, estúpido bocazas, tendrías que haberte escondido en vez de salir a su encuentro con estúpidas palabras! Bueno... ahora toca enfrentar el destino como un hombre...

Me adelanté un par de pasos hacia dónde creí que había oído la voz. Tenía el hacha a mano y ya estaba preparado para usarla para defenderme si elegía mal. Todos los pensamientos pasaban a veocidad vertiginosa, debía elegir una de las dos opciones y me jugaba la vida en ello... sin embargo las palabras salieron de mi boca sin dudarlo.

-Cara -dije firmemente. ¿Porqué? No lo sabía, había sido algo instintivo. Posiblemente lo dije influido por la vivencia de Gabriel, por estúpido que sonara.

Había elegido y ahora esa maldita moneda iba a decidir si vivía o no... Empezé a preparar mi mente para lanzar mis poderes, para crear fuego y modificarlo. Si salía lo que no debía Karel iba a tener que atravesar las llamas para llegar hasta mi.

Me mantenía fundido con las sombras, observando la situación a la espera de que una oportunidad hiciese aparición, y entonces empezó la conversación. Estaba como una cabra, se hacia llamar por múltiples nombres que no le pondrías ni a un perro, entonces Myrrh lo saludó. Tenía mis sospechas sobre que el hombre de pelo largo fuese Karel, pero tenía la esperanza de que fuese una coincidencia. Ya veo que en este pueblo no existen y todo está entrelazado como una tela de araña.

En ese momento Karel eligió a Kalenden para comenzar su macabro juego. Me hubiese gustado decirle que no le siguiera el juego, que le hubiese dado conversación de alguna manera para ganar tiempo. Pero las palabras murieron en mi garganta antes de salir. Traté de observar con más detenimiento en la oscuridad con la intención de localizar con más exactitud a Karel y saber que es lo que había sacado en la moneda esperando que fuese cara. Aún así saque con sigilo el arco y cogí una flecha, esperando poder apuntar en caso de localizar al objetivo.

Tirada por buscar de Serghei: 72 + 45 = 117
Tirada por sigilo (desenvainar arma sin hacer ruido) de Serghei: 39 + 40 = 79

Un tintineo en la oscuridad, la moneda había caído. Serghei agudizó sus oídos para localizar a Karel en mitad de la oscuridad, podías tener una idea aproximada de donde estaba…cerca de la puerta de entrada. Pero eso no era suficiente para malgastar una flecha si la situación no lo requería.

Vuestros corazones palpitaban con fuerza en las sombras. Vuestro pulso comenzaba a fallar, la tensión era demasiado grande. Casi era preferible la muerte para acabar con todo aquello.

Tirada por frialdad Serghei: 80 Dado + 10 Base = 90
Tirada por frialdad Kalenden: 16 Dado + 32 Base = 48

@ Serghei

Respiraste con fuerza para tranquilizar tus nervios. Aun así tu pulso no era todo lo firme que quisieras para tirar con el arco, pero era imposible mantenerse calmado ante una situación así. Aquello era a vida o muerte.

@ Kalenden

…La moneda había caído y el asesino continuaba sin decir que había salido. Los segundos se te hacía eternos, era como si el tiempo se hubiera parado. Tu corazón palpitaba con fuerza, como si quisiera salirse de tu pecho. Tu pulso temblaba, el hacha se resbalaba en tus manos.

@ Todos

Por fin Karel habló desde las sombras.

Cruz.

Todo ocurrió demasiado deprisa para daros cuenta. Primero un estallido de fuego descontrolado apareció de la nada. Luego una flecha que voló hacia Karel, por último unos pasos veloces y el sonido de la carne al ser desgarrada.

Un gritó de mujer os heló las venas.

Gracias al fuego que se extendía raudo por la madera podíais ver la situación. Hubierais preferido seguir en la oscuridad.

Celina se había interpuesto entre la katana y Kalenden. El impacto de la espada había sido a la altura del corazón, el golpe había sido mortal.

¿Mamá? Preguntó asustada la pequeña Myrrh.

Hija…yo… la moribunda intento articular palabras pero su boca se llenó de sangre.

Karel extrajo la katana del pecho de la posadera. Su cuerpo cayó inerte al suelo.

Acabemos con esto dijo el asesino con frialdad inhumana. Acto seguido se colocó en posición para combatir…parecía que no había otro remedio.

Cuando oí el resultado de la moneda perdí el control de mi mismo. Es falso que haya hombres que no teman a la muerte, nadie quiere ver el fin de sus días, aunque se odie a sí mismo con toda su alma. Nervios... Pánico... No tenía tanto miedo desde que me escapaba de mi dueño el cura...

Todo fue muy rápido y, en mi estado, no pude saber exactamente lo que había pasado. Oí el estallido del fuego, un proyectil surcando el aire y, por último, el acero al traspasar la carne. Pensé que Karel esta vez había usado un arma de proyectil y que iba a morir... instintivamente, cerré los ojos, sólo un instante, esperando la muerte y el dolor, más no llegaron. Al abrirlos, no cabía en mi asombro.

Mire a mi alrededor. El olor de la sangre y la muerte, la taberna en llamas... Iba a morir en una taberna en llamas. Hacía 10 años había logrado escapar de un escenario igual y ahora este me perseguía en el día de mi muerte.

"Asqueroso e irónico destino..."

De no ser por lo que tenía delante, me habría echado a reir como un perturbado, consumido en miedo y locura. Sin embargo, vi a ese medio-oriental, ahí delante de mi, con su espada ensangrentada y en el suelo... Celina. Ella se había interpuesto entre el acero y mi vida. nadie había hecho nada por mí en 23 años y ahora aquella mujer lo daba todo, incluso su vida...

Seguía teniendo miedo y nervios. Seguía sabiendo que me enfrentaba ante un asesino probablemente mucho más diestro y rápido que yo, seguía recordando aquella taberna en llamas de ahce tantos años al estar dentro de una. Pero el odio nublaba el miedo. Aquel cerdo había matado a la única persona del mundo que no me había despreciado. Aquel cerdo no sólo me amenazaba a mi, sino a un tipo que acababa de conocer hoy pero que empezaba a apreciar como compañero y a una niñita indefensa que, aunque sólo fuera por nostalgia de mi propia infancia perdida, significaba mucho para mí.

Acabemos con esto

-Myrrh... huye o escóndete. Nosotros le daremos su merecido al malo. Tú, cerdo... -dijé dirigiendome a Karel- Vamos a tener una charla...

Tenía mi hacha a mano y el alma preparada para irse al otro barrio... que fuese lo que tuviera que ser.

Maldita sea, todo podría haber acabado ahí con que tan solo la flecha hubiese acabado en un punto vital. Pero las cosas se habían torcido de una manera que jamás había imaginado. Ante mí en lugar de estar Kalenden herido o lo que es peor, muerto. Estaba Celina, el pecho atravesado por la extraña espada de Karel que no duró mucho puesto que la sacó como el que saca un cuchillo del pollo asado. Un fuego que juraría habría salido de las fauces del infierno nos iluminaba y amenazaba con extenderse, expandirse y devorarnos. Había que salir de ahí, pero no podía dejar a Kalenden enfrentarse a Karel a solas y mucho menos a Myrrh contemplando el cuerpo sin vida de la que conocío en vida como madre.

Tal como pensaba tapiar puertas y ventanas había sido encerrarnos en una jaula a la espera de que viniesen los perros a comernos. Myrrh, corre a tu cuarto y destapia la ventana, no hagas preguntas y corre, pronto iremos contigo. Esperando que la niña obedeciese, por no decir más bien orando. Volví a deslizar otra flecha en el arco intentado calmar la mano que me temblaba debido al estres de la situación. Si conseguimos mantenernos vivos y ganamos el tiempo suficiente es posible que consigamos salir de aquí y dejar a Karel dentro. No creo que lo mate, pero lo ralentizará. Al menos es a lo que apuesto en este momento. Pero hay que ganar tiempo.

Karel ¿Porqué haces esto? Los que te faltaron el respeto llevan ya mucho tiempo siendo devorados por los gusanos, esta gente no tiene culpa de lo que hicieron sus ancestros. ¿Qué mal te han hecho para merecer tal destino?

Era tonto por mi parte esperar a que contestase, mejor era clavarle una flecha y evitar así el enfrentamiento directo, tensé el arco y solté la flecha. Es todo lo que puedo hacer, ahora flechita haz tu trabajo.

El calor del cuarto iba en aumento debido a las llamas. Las primeras gotas de sudor rondaban mi sien, aunque no sabía si se debía a la temperatura o a los nervios. La situación era muy mala y no sabía si al terminar el próximo minuto estaría vivo o formaría parte de los restos calcinados de "La Sal". Si lo hubiese sabido es muy posible que cuando hubiese oteado ese banco de niebla me hubiese quedado a un lado del camino pese al hambre y la sed. Pero no tomé esa decisión y aquí estoy, deseando con todas mis ganas que un palo con un trozo de metal en la punta hiciese blanco en una persona o más bien en algo que se parecía a una persona. Mi futuro en esos momentos era bastante negro.

Karel era un espadachín diestro, un asesino sin piedad, una leyenda hecha realidad, era uno de ese tipo de guerreros a los que nunca os habríais enfrentado si la situación no fuera desesperada. Pero esta lo era.

En el suelo el cadáver de Celina permanecía con los ojos perdidos en el delicado rostro de su hija adoptiva. Myrrh lloraba, permanecía paralizada en su silla, llorando entre estertores de dolor. Su pequeño rostro estaba desencajado por el horror. Todo fue un instante eterno, como si el tiempo se hubiera parado, como si el destino hubiera decidido alargar el sufrimiento antes de morir.

Y entonces Kalenden gritó. Le dijo a la cría que corriera, que huyera y se salvara. La chiquilla dudó, estaba paralizada en la silla. Entonces Serghei insistió de nuevo. Pareció ser que fingir valor funcionó. La niña se levantó y corriendo enfiló el pasillo de las habitaciones. Entró en la número 5.

Karel os observó sonriendo.

Al fin solos.

La primera flecha voló hacia él. Un elegante movimiento y el proyectil se perdió en las llamas del infierno que se alzaban tras el oscuro asesino. Con celeridad se lanzó contra Kalenden, lo sometió con unos pocos golpes y le hizo un corte en el hombro. Sus movimientos eran difíciles de ver, imposibles de seguir. De nuevo una flecha voló, y como antes se perdió en las llamas. Serghei dejó caer el arco y desenfundo sus dos espadas cortas, había llegado el momento de darlo el todo por el todo. Kalenden atacó con su enorme hacha, la furia y la ira palpitaban en sus sienes, la adrenalina llenaba su cuerpo. El corte sajó la gabardina de Karel y se estampó contra el suelo destrozándolo. El asesino aprovechó su ventaja. La katana traspasó el hombro del guerrero, el corte fue limpio…le herida sangraba.

Era el turno de Serghei. En dos pasos se colocó al lado del mestizo y lanzó una de sus espadas en un corte horizontal. Karel la esquivó sonriendo socarronamente…y no vio venir la segunda. Aunque lo esquivó la mayoría del tajo, un pequeño corte surgió en su brazo izquierdo.

Con rabia el asesino arrancó su katana del hombro de Kalenden. El hombre no pudo evitar gritar de dolor. Un nuevo golpe se dirigía hacia él, aquel iba a ser el fin. Estaba herido, el hacha clavada en el suelo…nada podía hacer ya. Quizás era mejor morir, al menos el infierno no estaba lejos, pensó con sorna. Abrió los ojos, el cadáver de la posadera fue lo primero que vio…¡Que coño estaba haciendo!
Con un fuerte grito de batalla, Kalenden, arrancó el hacha del suelo y detuvo el golpe de Karel. Devolvió el golpe y Serghei le acompañó con sus espadas cortas. Pero el asesino era demasiado rápido. Dio unos pocos giros hacia atrás, y una voltereta lateral para esquivar todos vuestros golpes.

Serghei aprovechó el momento en que el asesino se levantaba para lanzarse en un ataque desesperado. Sabía que tenía pocas posibilidades, sabía que podía morir allí, devorado por el fuego. Pero si no ganaban morirían igualmente.
Lanzó sus espadas con precisión. Pero todo aquello fue inútil. Sin siquiera levantarse Karel esquivó los golpes y se alzó con la katana a la altura del hombro. El corte destrozó la pierna izquierda del vendedor ambulante que no pudo más que derrumbarse.

Kalenden se rindió, allí no había victoria, solo muerte. Corrió hacia el pasillo dejando atrás a su compañero.

Entonces todo se tambaleó. El techo de la sala principal comenzó a caer provocando un enorme estruendo. Las llamas se avivaron con fuerza, el fuego estaba devorándolo todo.

El oscuro asesino extendió los brazos en cruz y miró al techo que caía. Por un momento pareció deleitarse con aquella destrucción.

Ahora a por Myrrh fueron sus últimas palabras.

Fin de este segmento.